Con una trayectoria exitosa en la escritura y un séquito de lectores que la apoyan en cada historia, Alice Kellen presenta su novela más arriesgada. Un libro con tintes históricos que nos recuerda la fuerza de la memoria, la ternura de la nostalgia y la certeza de que siempre “Quedará el amor”.
¿Cómo resumirías “Quedará el amor”?
La historia se vertebra en la amistad que surge entre Margot y Cedric. Margot es una mujer de 34 años que trabaja como limpiadora en un hospital y él, a sus 80 años, está en una de las habitaciones en cuidados paliativos, a la puertas del final. Se encuentran, empiezan a hablar y entre ellos surge un vínculo muy especial. En sus conversaciones viajan al pasado para rememorar la vida de Cedric y la historia de su primer amor, uno de esos amores que arrasan con todo, pero que se vio truncado por la II Guerra Mundial.
Y ese amor lo bañan las aguas turquesas de Cornualles. ¿Por qué escogiste ese sitio?
Buscaba un entorno más rural que no estuviese muy lejos de Londres y que supusiese un poco el contrapunto en ese contexto en el que se desarrolla la historia. Barajé varios pueblos, pero me quedé con este. Había estado en Edimburgo y en Londres, pero Cornualles me pareció un lugar en el que tenía sentido que se desarrollará la historia. Sobre todo por lo que quería mostrar de cómo se vivió toda la etapa de la guerra en las zonas rurales.
¿Qué mensaje te gustaría a ti que le llegara al público con con este libro?
Es una historia que tiene muchas sombras porque transita muchos momentos dolorosos para los personajes, pero yo creo que el final es como ir subiendo una colina, ¿no? Yo quería que cuando terminase la novela se quedase una sensación luminosa.
De hecho, esta novela quizás es un poco más dura dirigida a un público más adulto. ¿Por qué has decidido apostar por este cambio ahora?
Es verdad que habíamos hecho novelas más adultas como “La teoría de los archipiélagos”, pero esta vez sentía que iba a dar un paso adelante. Obviamente siempre da miedo perder lectores, porque no siempre te pueden acompañar en tu etapa vital, pero yo empecé a escribir con 20 años y ahora tengo 35, he ido creciendo y mi vida ha ido cambiando, también quiero que se refleje en mis libros. Los temas que trato no han cambiado tanto en el fondo, hablo de cotidianidades y de lugares comunes, pero esas vivencias están narradas desde otra perspectiva. No ves el amor de la misma forma cuando tienes 16 que cuando cumples los 40 o los 80, por eso me apetecía explorar algo que estuviese más en sintonía con mi realidad actual.
Y para ti, ¿cómo ha cambiado la visión del amor? ¿Cómo se refleja ese cambio en tus libros?
Yo creo que con cada edad lo vives de una forma muy distinta. La manera en la que traduces las emociones, en la que te afecta, en la que te mueve. Pero es que tiene que ser así, es donde pienso que está la clave. Muchas veces miramos atrás y nos preguntamos “¿cómo es posible qué hiciera o pensara esto?”, pero es un camino que hay que transitar. A mí me ha cambiado mucho, pero en esencia sigo pensando lo mismo: que hay muchísimos tipos de amor, formas en las que se manifiesta e idiomas para comunicarlo. No hay una forma correcta de querer a alguien, hay muchas. Simplemente tienes que encontrar tu propio código, aunque estemos muy encorsetados a nivel social en lo que nos dicen de cómo tiene que ser una relación perfecta.
Crecer con cuentos de princesas con el final ideal ha hecho mucho daño.
A nuestra generación especialmente. Pero sí que estamos en la dirección de empezar a preguntarnos: ¿por qué esto tiene que ser así?
¿En qué se diferencia esta novela de trabajos tuyos anteriores?
Todavía no había explorado escribir una novela que tuviese tintes históricos, nunca me había ido tan atrás ni había reflejado dos líneas temporales tan diferenciadas. Tampoco había tratado el tema de la maternidad ni de las relaciones entre padres e hijos de forma tan profunda, pero aquí surge natural en base a las edades que tienen los personajes. Eso es lo que más me ha motivado de este proyecto, dentro de que hay una historia de amor, el pensar en cómo se rodea y se viste ese amor.
Ahora que mencionas a los personajes, ¿Qué proceso sigues para crearlos?
Me nace muy natural, no pongo en una hoja: que sea arisco o que tenga la voz más aguda, para nada. Lo veo y existe en mi cabeza, sé exactamente cómo es, cómo habla, qué puede decir, cómo piensa… Los veo como si fueran personas a las que yo podría conocer y quizás hay cosas que no reflejas en el libro, pero tú si tienes claras porque los ves reales. Estoy tan acostumbrada que simplemente aparecen en mi imaginación.
También es un poco la magia, que tú a lo mejor te lo imaginas de una manera y el lector de otra totalmente distinta. ¿Y qué haces tú para huir de los clichés y darles un toque más auténtico?
Es complicado porque la romántica tiene una estructura muy cerrada. De hecho esta historia no la consideraría romántica, sino una historia de amor. En la romántica te exigen que acabe con un final feliz, es decir, que los personajes terminen juntos a nivel de relación. Por eso es difícil sorprender con algo innovador cuando existen tantos clichés y se sigue una misma fórmula. Pero bueno, al final todos lo géneros tienen ese tipo de estructuras, por ejemplo la novela negra se forma en base a unos puntos clave. Por eso, a mí ahora mismo me interesa más escribir historias de amor porque me da más libertad a la hora de explorar otros conflictos. Con esto no quiero decir que no me guste la novela romántica, precisamente hay momentos en la vida que necesitamos esa certeza de que el libro va a terminar bien.
Ahora me hablas del final, pero cuando te planteas escribir un libro. ¿Por dónde empiezas?
Tengo muchas ideas en el cajón, así que suelo echar mano de alguna de ellas. Esta por ejemplo surgió en base al final que yo creía que debía tener esta historia. Suelo tener claro el comienzo y el final, el hilo conductor de la historia y el conflicto que aparecerá en ella, todo lo demás va cogiendo forma en el proceso. Escucho música y paseo mucho, pienso todo el rato en mi relato antes de ponerme a escribir, para mí ese es el momento más duro porque siento que mi mente no descansa.
Se dice que los escritores tenéis el síndrome de estar viviendo dos vidas al mismo tiempo, tu vida real y la de tus personajes.
Es así. Para mí el proceso de escritura tiene que ser intenso. Yo prefiero no tener vida durante dos meses, pero estar completamente metida en la historia. Así cuando lo sueltas todo, respiras.
¿Cómo es enfrentarse a una hoja en blanco?
Puede ser que un día no te salga nada porque no estás inspirada, pero lo importante es escribir algo, aunque luego le vayas dando forma. Unos días compensan otros. Al final la clave está en que te vuelvas a sentar al día siguiente y al siguiente y al siguiente, y seguro que al final todo se equilibra. Cuando las cosas no salen como esperas, te pones música, paseas, ves a tus amigos… lo que sea que te inspire.
¿Qué es lo que más inspira a Alice Kellen?
Lo que más me inspira seguro es leer. También las películas, las canciones, incluso conversaciones de la vida real de las que voy robando frases.
¿Algún género con el que te atreverías en un futuro?
Me gustaría ficción general. Una historia familiar que tengo ahí la idea desde hace mucho tiempo, aunque no tiene nada de amor. No sé cuándo será su momento, pero ojalá pueda salir adelante.
Ya que pensamos en futuro, ¿Qué consejo les darías a los escritores jóvenes que vienen detrás?
Que se diviertan y que sea algo que hagan para ellos mismos. No se puede pensar en vivir de esto porque es un trabajo difícil, así que sea algo que les guste. Y que lean todo lo que puedan, de otros géneros diferentes a los que escriben. Eso es lo que más enseña.
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