Hace unos días, mientras intentaba encajar mi nueva alfombra perfecta en mi apartamento no tan perfecto, algo hizo clic en mi mente. La alfombra tenía las esquinas muy desgastadas, pero una cantidad inmensa de buenos recuerdos. Así es como me topé con el wabi-sabi. Sí, suena a algo que pedirías en un restaurante japonés chic, pero es mucho más que eso: es una filosofía que te da permiso, finalmente, de no tener tu vida (o tu decoración) perfectamente arreglada.
El wabi-sabi es el antídoto japonés al perfeccionismo occidental que tanto nos tortura. En lugar de gastar energías en un apartamento de revista o en buscar la pareja perfecta, el wabi-sabi defiende que “la belleza está en la imperfección”. ¿Te suena revolucionario? Lo es. Y créeme, tu hogar y, sobre todo, tu mente te lo van a agradecer.
El wabi-sabi es mirar una taza de cerámica con una grieta y pensar: “esto es precioso porque cuenta la historia de alguien a través de ella”. Es ese sillón que has intentado tirar tres veces, pero siempre terminas abrazándolo porque te recuerda a tardes de risas con amigos y maratones de películas en invierno. En otras palabras, es el arte de aceptar que nada dura para siempre, nada está completo y nada es perfecto.
La clave de esta filosofía en el diseño es abrazar texturas, imperfecciones y materiales naturales. ¿Tu mesa tiene arañazos? Perfecto, ahora tiene “carácter”. Y, por supuesto, di adiós al plástico brillante y recibe con los brazos abiertos a la madera, el mármol y la cerámica.
Más que decoración, una filosofía de vida
No obstante, si crees que el wabi-sabi es solo una decoración de interiores, piénsalo de nuevo. Es una invitación a ser amable contigo misma: esa arruga en tu frente, esa relación que no funcionó, esa receta que se te quemó en el horno, todo eso forma parte de ti y va cargado de belleza si sabes con qué ojos mirarlo. En definitiva, nos recuerda que la vida no es una vitrina perfecta, sino un viaje desordenado lleno de momentos increíbles y pequeñas cosas bonitas que son como un rayo de luz en un día frío de invierno.
Así que, la próxima vez que intentes cubrir una mancha en la pared o te estreses porque tu vida no parece digna de una publicación de Instagram, hazte un favor: respira, toma una taza de té (aunque esté un poco astillada) y repítete que la imperfección siempre tuvo cabida en un mundo donde existe el arte y el amor.