Hay actrices que, al subirse al escenario, son capaces de transformar. Es la magia del teatro, pero también de la interpretación. Y si no hay más elementos que ellas, sus cuerpos y un texto (aunque sea sublime), el reto es mayor. Olivia Molina y Luisa Martín lo hacen y con creces con Malditos tacones, una obra que habla, de una forma intensa y desgarradora, de poder, de simbolismo, de empoderamiento femenino, clases sociales, y sororidad. Y magistralmente dirigidas por Magüi Mira. Y de ellas podremos disfrutar en el Teatro Talia hasta el 23 de febrero.
Lleváis ya tiempo de gira con “Malditos tacones” ¿habéis notado una evolución desde los ensayos y la primera función hasta ahora, a nivel personal, actoral y del propio personaje?
Olivia Molina: Si, de hecho es una de las maravillas de las giras, y representar la obra en tantos lugares diferentes para publico diferente durante tanto tiempo. Nunca hay dos noches iguales, y aunque sepamos el viaje de los personajes nunca es el mismo. Así que tenemos la suerte de poder ir encontrando capas, maneras nuevas… Y luego es que hemos ganado mucha agilidad, confianza y complicidad entre las dos. Porque es una función de dos, donde todo se sustenta en los dos personajes. No hay elementos decorativos. Así que la confianza entre nosotras ha de ser muy grande. Estamos solas ante el peligro (se ríe)
Luisa Martin: Además lo bueno de hacer teatro es que, de repente, en la función 50, encuentras una frase diferente, o le das otro énfasis, o lo hace tu compañera, y la escuchas de una manera nueva. Las actrices somos muy permeables, así que eso va calando.
El texto es muy emocional e intenso ¿Cómo os sentís al bajaros del escenario?
Olivia: Nos vaciamos. El viaje, para nosotras como personas, es muy terapéutico, ya que nuestros personajes pasan por muchos lugares. Muchas veces tiras de autobiografía, aunque intentemos separarlo. También es muy colectivo. Hay una comunión con el público. Al final es una conversación transformadora. Y eso, no solo es necesario, sino que llega.
Las dos habíais ya trabajado con Magüi Mira, ¿cómo es trabajar con ella? ¿Qué destacaríais de ella?
Luisa Martin: Ella es actriz. Y eso lo resume todo. Al final ella sabe por donde transita una actriz, desde que le dan el texto hasta que sale al escenario. Sabe lo que es cómodo o incómodo, lo que es difícil, o fácil, y te lleva con un hilo invisible hacia donde quiere que vayas, y de repente te sorprende, porque te ha llevado a un lugar que tú ni te podías imaginar.
Olivia: Ella está en el filo todo el rato. Prueba siempre cosas que se salga de lo que haríamos. El testo lo hicimos muy comprimido, ha sido un trabajo de mucha condensación, para luego poder relajarlo. Ha sido un trabajo complicado.
Habladnos de vuestros personajes, María García (Olivia Molina), y Victoria Burton (Luisa Martín) ¿Cómo ha sido la preparación? ¿Qué ha supuesto para vosotras interpretarlos?
Luisa Martín: Un placer enorme. El placer en la interpretación siempre va unido al sufrimiento y al dolor. A veces bajas del escenario y dices que bien y que mal lo hemos pasado. Porque preparar estos personajes nos ha llevado mucho tiempo, al principio separadas, y luego ya en los ensayos, juntas. Es un texto que requería mucho estudio de dos formas diferentes. Primero de memoria, y luego de intentar desentrañar las razones que llevan a cada personaje a decir lo que dicen. Llegamos las dos con los deberes muy hechos (se ríe)
Olivia Molina: Es que al final requiere mucha disciplina para poder ser libre en el escenario. Al final hay que sostener que estamos solas en el escenario también.
Luisa Martín: Y que no hay texto superfluo, como puede haber en otras obras, que te permiten cierto respiro. Aquí cada frase es una fecha.
Olivia Molina: Y a veces no son conversaciones lógicas, son dos mujeres que están en sitios que no necesariamente la otra tiene que comprender. Cada una tiene su propio recorrido, aparte del conjunto.
También trabajasteis mucho con Magüi la parte física ¿no?
Olivia Molina: si, mucho. Porque somos dos mujeres con dos temperamentos diferentes, dos edades y circunstancias distintas, y teníamos que crear dos formas distintas de estar en la vida y moverse, sin impregnarnos la una de la otra, y respetar mucho el trabajo de la otra. Ha sido un trabajo de mucha riqueza.
‘Malditos tacones’ hace referencia al poder, de ahí el título. ¿Qué es para vosotras el poder y qué espacio tiene en vuestra vida? ¿Creéis que está cambiando este tema de la rivalidad entre mujeres?
Luisa Martín: El poder es tener la libertad de elegir lo que quieres hacer. Eso es para mi el poder. Poder elegir.
Olivia Molina: Si, el título hace referencia a ese símbolo de los tacones, ya que son un elemento cargado de significado, por ese falso empoderamiento que dan.
¿Y cómo veis ese papel de la mujer en la actualidad… ¿Hemos de quitarnos “los tacones”?
Luisa Martín: La mujer va evolucionando. Lo más importante es que está tomando partido por sí misma. Le debemos mucho a la lucha feminista en ese sentido, y yo creo que estamos en un momento en el que la mujer empieza a saber quién es. Luego están los microcomportamientos diarios, porque en las grandes frases estamos todos de acuerdo, pero son esas pequeñas cosas, que es donde se ve la verdad.
Olivia Molina: Y además, ahora se puede hablar de muchas cosas que antes no. Y es tan importante para las que vienen detrás…
¿Creéis que el teatro es más necesario que nunca?
Olivia Molina: A mi me encanta pensar que el teatro siempre es necesario y siempre ha estado ahí. Pero es verdad, lo hablábamos el otro dia, que en este momento, de tanta soledad, de tanta pantalla, que creo que nos mantiene, paradójicamente, muy desconectados, vivir esta experiencia colectiva del teatro es muy necesario. Reunirnos para contarnos historias.
Luisa Martín: el teatro es el teatro. Y si está bien hecho conmueve, y lo que necesita el ser humano es conmover. El ser humano se muere si no sueña. Y eso te modifica la vida.
¿Creéis que nacemos siendo, de alguna forma, actores o actrices, puesto que cuando somos niños, pasamos el tiempo inventando e interpretando?
Olivia Molina: Yo he descubierto mucho eso con mis hijos. De esa capacidad de estar en el presente, y de creerte lo que estás contando ahí. Es muy liberador.