Cuando tomas los intrincados caminos de la huerta en dirección a Alboraya, sabes con certeza que estás en un lugar con carácter propio, allí donde puedes sentir la paz de un tiempo que a veces parece haberse detenido, entre la huerta, el mar y el pueblo. Un itinerario que dibuja el propio paisaje y que invita a mirar al horizonte siguiendo los bancales, que se estrechan hasta confundirse con el mar.
Dicen que hay que disfrutar el camino tanto o más que del destino. Alboraya se encuentra tan integrada en el entorno que campo y pueblo se entrelazan. Alrededor del casco urbano, los campos de cultivo forman una gran despensa que hace sencilla la alimentación saludable, lejos de los procesados de las grandes superficies: al alcance de tu mano puedes hacer tu cosecha directamente del campo y disfrutar de la experiencia de rodearte de un entorno natural privilegiado. Un lujo que es el orgullo de los restaurantes de la zona. Este innegable potencial gastronómico ligado a la huerta se materializa en los locales de hostelería de la zona, tan diversos como apetecibles.
La chufa allí es la reina y por eso impregna las últimas tendencias gastronómicas en la actualidad, destacada por los expertos como un superalimento que está protagonizando los procesos de innovación. Algo que han sabido aprovechar las muchas horchaterías de la zona, con una oferta inmensa. Puedes encontrarlas en la Avenida de la Horchata, o integradas en las alquerías y barracas que difuminan el paisaje huertano.
Con propuestas tradicionales y otras innovadoras y lúdicas, Alboraya es la cuna de la horchata, tal como se demuestra en su Museo, el de la Horchata y la Chufa, localizado en la alquería El Machistre, que bien merece una visita por su singularidad e interés.
Porque ante la despersonalización dominante, Alboraya ha evolucionado por su autenticidad y estilo de vida en un paraíso accesible, a un paso de Valencia, donde reencontrar y vivir la tierra, el mar, la gastronomía, la cultura, los orígenes y la cercanía con los vecinos, solidarios, ante todo.
Pero no sólo su entorno es interesante, sino que su casco antiguo, repleto de edificios de gran singularidad, reserva al visitante varias sorpresas, con su amalgama de estilos en el que las construcciones rurales conviven con casas urbanas de estilo modernista o art déco. La casa del conde de Zanoguera data del siglo XVII y acoge exposiciones de diversa índole. Parada obligada merecen el Mercado Municipal, el antiguo Matadero o la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora.
A pesar de su proximidad con el mar, y la existencia de los diferentes cascos urbanos costeros (Port Saplaya y la Patacona), Alboraya no ha sido nunca el típico pueblo turístico, hotelero y superpoblado. Durante décadas, este municipio ha encarnado el modelo clásico de turismo familiar, sin que eso entre en conflicto con el auge del turismo. Pese a ello, Alboraya no ha perdido la esencia y el sabor de siempre.
El mar es protagonista en Alboraya, y la actividad y oferta de su costa es variada y activa, como el propio pueblo. Un rasgo que también caracteriza a Alboraya, por encima de sus otros atractivos turísticos. El encantador puerto deportivo de Port Saplaya, con su emblemática dársena integrada en el núcleo urbano, es uno de los lugares predilectos de los turistas y también de los vecinos. Su colorido y la originalidad de sus construcciones hacen de Port Saplaya un espacio único. Además, en su marina ponen a nuestra disposición diferentes propuestas como vela o motos acuáticas. La Patacona destaca por su vida y color, el paseo bulle y las actividades deportivas marítimas son un lujo al alcance de todos, como por ejemplo su escuela de surf, que junto a la de Port Saplaya, ofertan una estimulante formación. Por si todo esto fuera poco, la Casa de la Mar pone el broche cultural a esta oferta, con una programación activa y variada que se mueve en todos los ámbitos de la cultura, con la música como estrella.
Quizá por todo esto, Alboraya se ha ganado la distinción de Municipio Turístico de Relevancia de la Comunitat Valenciana. Un reconocimiento que pone en valor el trabajo que ‘Alboraia Turisme’ viene realizando desde hace dos años para adaptarse al nuevo marco turístico de la Comunitat Valenciana. El reconocimiento propicia un refuerzo de la profesionalización del sector, de las buenas prácticas y del impulso de la calidad turística.
En esta línea, el Ayuntamiento de Alboraya ha puesto en marcha una serie de visitas teatralizadas que permitirán a vecinos, vecinas y visitantes descubrir y redescubrir el lado histórico del municipio, a través de la iniciativa ‘Alboraya desconocida’.
¿Sabías que Alboraya fue puerto comercial desde la época de los romanos y los fenicios? ¿Y que su origen como alquería musulmana en el siglo XIII se la debe a un familiar muy cercano de Jaume I? Alboraya está unido a figuras tan relevantes como el botánico Cavanilles, José Benlliure o Vicente Blasco Ibáñez, que dejaron su huella para dotar de personalidad propia a la localidad. Para conocer todos estos detalles, las visitas teatralizadas se producirán prácticamente casi cada sábado hasta finalizar el mes de abril (a excepción del 18 de este mes, por Fallas), con una hora y media de duración.
Las rutas están amenizadas con actores y actrices ataviados con vestimentas de la época. El recorrido contiene paradas tan emblemáticas como el interior de la Iglesia Asunción de Nuestra Señora, el exterior del llamado Chalet Azul o la Casa Comuna de la Acéquia de Rascanya y contará entre sus historias el origen del escudo del municipio, los antiguos molinos, fuentes y lavaderos que dieron nombre a la Calle Molí y el casino republicano, entre muchas otras como las antiguas escuelas que dieron forma al primer centro educativo público oficial de Alboraya.
Por todo esto, Alboraya se ha convertido en un paraíso cercano, a menos de 5 kilómetros de la ciudad de Valencia, y una oportunidad para visitantes y lugareños de desvelar los encantos de un pueblo que lo tiene todo, suspendido en su propio sky line simbólico: mar, huerta y pueblo. Acércate caminando por su huerta y descubre este rincón de paz y misterio, a la orilla del Mediterráneo.