Botánica a la valenciana: Amapolas

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Amapolas

Las bellas y coloridas amapolas (papaver rhoeas) alegran los campos con su delicada presencia, en especial en su mayor floración las primeras semanas de mayo, aunque pueden florecer en otras épocas del año. Se distribuyen por Europa, Asia y Norteamérica. Sin embargo, presentan una fama nefasta entre los agricultores porque se consideran una mala hierba perjudicial para los campos de cultivo, debido a que “acaparan” nutrientes para su propio desarrollo pudiendo causar pérdidas de hasta el 40% en los cultivos.

Se trata de una planta nitrófila, es decir, les encantan y necesitan de los nitratos de las tierras removidas, precisamente en los campos de cultivo. Nunca las observaremos en un bosque, sino en suelos que se mueven con fines de siembra, en tierras de barbecho. Aunque duran muy poco en flor (dos o tres semanas), cada amapola puede producir unas 20 mil semillas de menos de un milímetro, las cuales florecen en la temporada siguiente o permanecen bajo letargo hasta 10 años. Además, se presentan muy resistentes a los herbicidas, de manera que aunque un agricultor crea que ha eliminado la mala hierba de su campo, pueden volver a aparecer en cualquier momento.

También poseen cierta fama como plantas psicoactivas, pues los pétalos de la amapola silvestre poseen un alcaloide,esto es, la capacidad de alterar el cuerpo humano al igual que la cafeína o la cocaína. Por detrás de Australia, España es el mayor productor de opio legal del mundo, aunque se utiliza más la papaver somniferum o dormidera, de color blanco.

Amapolas de Fanzara (Castellón)

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