Paco Roca se define como un autor de cómics que siempre ha tenido claro que lo suyo era estar con un lápiz en la mano creando historias. Porque si algo es Paco, además de autor de cómics, es contador de historias. Libreta (o móvil) en mano anota todas las ideas que revolotean alrededor para que luego su cabeza las recupere, generando así una de sus maravillosas narraciones. Es un hombre tranquilo que adora, en la intimidad de su estudio, ahondar en la memoria y el pasado, que considera necesario para comprender el presente. Con él analizamos sus proyectos y cómo una historia sobre el Alzheimer le cambió la vida.
Hablemos de El Dibujado. ¿Crees que El Dibujado el alma de la creación? ¿Cómo surge este proyecto?
Todo partió de un encargo del IVAM hace un par de años. El museo, que ya había hecho algunas exposiciones sobre cómic, me encargó una exposición con la única premisa de que no fuese como las típicas exposiciones que se suelen plantear alrededor del mundo del cómic, que es básicamente colgar páginas de cómics en las paredes. Me pareció una premisa perfecta, ya que una exposición de originales de cómic, es al lenguaje del cómic como los fotogramas sueltos al cine. Una versión mutilada, algo muy reducido… Realmente el valor del cómic es que te cuente una historia, es una narración. Es la sensación que transmite, las páginas sueltas no transmiten eso.
¿Así que fue un planteamiento original, pensado directamente para una sala de exposiciones?
Si, en cuanto se planteó la idea de que fuera diferente, pensé que podía aprovechar el cómic para contar una historia en la pared de un museo. Así que planteé, junto con Álvaro Pons, un gran entendido de este formato, un cómic que pasa de leerse o verse en papel a verse paseando por una sala. En el cómic ha habido una evolución o unos cambios dentro del lenguaje y de la temática, y esto era un cambio más, era de pasar del papel a la pared, era otro tipo de narración y otro tipo de temática las que se podían tratar.
Fue un experimento muy interesante para mí, y la verdad es que funcionó muy bien. Pero me quedé con la sensación de que era algo efímero, ya que estuvo durante unos meses y desapareció. Los que nos dedicamos al tema de los libros queremos que nuestra obra perdure, y me entró como el gusanillo de intentar recuperarlo, de volver al papel. Y se volvió a transformar, y así nació El dibujado, que lleva desplegables y determinadas cosas que hace que vuelva a tener sentido de nuevo el que esté en el papel.
Historietista, dibujante de cómics, ilustrador….¿Cómo te defines?
Contador de historias con dibujos sería un poco pretencioso (se ríe), pero sí, autor de cómic definiría bastante todo eso. Cada uno acaba desarrollando la manera que tiene de comunicarse, hay quien lo hace por medio de la escritura con las novelas, y hay quien lo hace por medio de la imagen en movimiento en el cine, y para mí la forma de contar mis historias es por medio del dibujo y las viñetas. Es mi modo natural de hacerlo.
¿Siempre quisiste ser ilustrador?
No me imaginaba que fuera a vivir de ello, pero esto va cambiando con el tiempo. Tengo la suerte de saber a qué me quería dedicar desde pequeño. No sé fue vocación, pero tenía claro que me quería dedicar al dibujo. De todas formas, aunque seguía haciendo alguna cosita muy de vez en cuando, yo me dejé la ilustración durante un tiempo. Durante casi 20 años me dediqué a la publicidad y a la ilustración publicitaria, ya que en los años 90 hubo una gran crisis en el sector del cómic, y prácticamente nadie en España podía ganarse la vida con ello, no había casi trabajo.
Con el tiempo lo volví a recuperar, y tuve suerte, las cosas estaban cambiando, ya había pasado un poco esa crisis de los 90, y empezaba a surgir lo que luego se llamaría la novela gráfica.
¿Cuáles fueron tus inspiraciones/ libros cuando eras pequeño?
Además de Picasso, mis referentes por ejemplo en el cómic fueron Ibáñez, Escobar, Hergé… Los autores del mundo de los superhéroes eran un poco mis referentes. Luego han ido cambiando, aunque la mayoria de ellos se ha mantenido.
¿Qué significa para ti Arrugas, tu proyecto más reconocido, que se llevó el Premio Nacional del Cómic 2008? ¿Cómo fue su adaptación al cine?
Arrugas fue sin duda un antes y un después. Hasta ese momento yo me dedicaba a la publicidad, y seguramente, hubiese seguido en ella. Todo lo que había hecho hasta ese momento, que no era mucho (3-4 cómics, alguna colaboración en revistas…), había pasado desapercibido. De repente tuve ese punto de inflexión en el que todo cambió. A mi me iba bien en la publicidad, y publicaba cositas en mis ratos libres. Hasta que di con el proyecto perfecto en el momento adecuado. A partir de Arrugas todo lo que he hecho después ha tenido un foco mediático siempre. Cuando saco un cómic hay una repercusión que antes no tenía y se suelen vender muy bien.
Hasta Arrugas, más o menos, he llevado una vida normal de dibujante. Te pasas casi todo el tiempo en tu estudio trabajando, pero hace ya 14 años casi todas las semanas tengo entrevistas, charlas, actos, viajes por todo el mundo… ‘Arrugas’ se ha vendido en más de 10 países del mundo, con lo que he abierto mercado también. Y, aunque me encanta, a veces perdí el sentido de lo que estaba haciendo porque en realidad lo que me gusta es estar aquí tranquilo trabajando.
Memorias de un hombre en pijama fue otra de tus obras que se llevaron al cine. ¿Cómo se gestó esa historia?
Memorias de un hombre en pijama salieron de un encargo de prensa de Las Provincias y del País semanal. Consistía en hacer algunas historias que se pudieran desarrollar en el tiempo. Pensé en algo que siempre tuviese algo que contar. Casi todos los escritores de opinión de los periódicos lo que hacen es hablar de sí mismos en sus columnas. Así que pensé que hablar de mi y de las cosas que me pasan podía ser interesante. Lo enfoqué desde el prisma de un profesional que trabaja en casa, ya que me permitía hacer una reflexión de toda esa situación y experimentar también con esa voz de un narrador en primera persona… En mi caso nunca lo había hecho y me sirvió para sacar fuera muchas cosas, me sirvió como terapia. Quizás lo que no era capaz de decir en persona, era capaz de expresarlo en esa página de periódico.
El tema de las adaptaciones al cine son como un sueño. En el caso de Arrugas, que se llevó dos Goyas, cuando me lo propusieron, yo no me podía creer que alguien se hubiese fijado en mi cómic y quisiera invertir tantos recursos a adaptarlo.
¿Cómo crees que la sociedad ve la figura del ilustrador?
El cómic en España se ha enriquecido mucho en los últimos años. Hay nuevos autores, y gente que hace cosas muy interesantes. La prueba de ello es que actualmente hay un montón de proyectos y de autores que han convertido sus cómics en películas. Ahora se “normalizado”, algo que antes era como una rareza, empieza a ser algo más normal.
¿Y el hecho de que Amenabar se basara en el Cisne Negro para la serie la Fortuna de Amenabar?
Bueno, gracias a la película ‘Arrugas’, mi público se abrió mucho más, pero dentro de esa normalidad, que alguien como Alejandro Almenabar decida adaptar un cómic tuyo, pues todavía te sorprende. Aunque al principio actúes como si te pasara todos los días, luego estas dando saltos de alegría, porque sabes que un director así va a hacer un buen producto con muchos medios. Además, detrás de él hay un gran público. Tu historia va a llegar a ese público, y posiblemente parte de ese público compre el cómic. Por otra parte, es muy interesante como alguien como él coge tu historia y le da la vuelta, la plantea de otra forma, con otros matices, y ahí también aprendes cosas.
La encrucijada con Jose Manuel Casany (de Seguridad Social) es un libro disco. Háblanos sobre el proyecto. ¿Cómo surge?
Yo siempre he tenido mucho interés por el mundo de la música. Y Seguridad Social ha formado parte de muchos de mis cómics, ya que mientras los creaba sonaba Jose Manuel de fondo. Con lo cual, me interesaba saber cómo era él, que había detrás de su música y de su trayectoria. El lleva 20 o 30 años manteniéndose ahí, con las crisis, los éxitos, los altibajos, y me parecía muy interesante conocer a alguien como él. Así decidí crear un cómic con todo eso, que no fuese solamente ficción, sino más bien un reportaje o documental en el que pudiésemos charlar sobre la vida, la creación, la música… Aprender el uno del otro, cómo nos enfrentamos los dos a las mismas cosas. Hacer interesante un producto que tenemos que vender y a cómo tener ese equilibrio entre lo que nos gustaría hacer y lo que tenemos que hacer para poder vivir de lo que vendemos. Fue muy interesante ese trabajo, y aprendí mucho, ya que cuando unes dos disciplinas y sales de tu terreno, ves las cosas desde otra perspectiva.
¿Cuál es tu proceso creativo? ¿Por dónde empiezas a contar las historias?
La inspiración es lo de siempre, todo lo que vas viendo y oyendo por la calle. Apuntas cosas e ideas en una libreta o en el móvil. Lo curiosos es que muchas veces no acudes a esas notas, sino que de repente un día, una de esas ideas te viene a la cabeza y ves claro que esa ha de ser la siguiente historia.
Suelo buscar historias que me lleven a una reflexión y temas que de alguna manera me interesen. Sí que es verdad que acaban teniendo una unión, un punto en común, que es el tema de la memoria, buscar en el pasado, de esa mirada para atrás, que sin darme cuenta se va repitiendo. Y me doy cuenta también de que no es por algo nostálgico, es más de la identidad personal, social o como dibujante de cómic. No es nada nuevo, Picasso ya decía que “el arte le sirve mejor al artista para comprender al mundo”. Para mí, me sirven para comprender el mundo y para conocer mi identidad como persona y como sociedad. En ese sentido, elijo la temática que se va encadenando, unos temas con otros que me ayudan a comprenderme mejor.
¿Creas tu los proyectos o te llegan?
Suelo crear yo los proyectos, normalmente nadie me encarga nada. Tengo una idea, la hago y la presento. Mi editorial no suele ponerme ningún problema.
Has creado también varias novelas gráficas históricas, como Los surcos del azar. ¿Qué pretendías con esta novela?
Haciendo historias como ‘Los surcos del azar’, entiendo mejor la sociedad en la que vivimos. El contexto de una Guerra Civil, de una dictadura, me hace entender mejor muchos conflictos o rarezas de nuestro presente.
¿Como es el proceso de documentación? ¿Por qué escoges esta temática? ¿En que momento consideras que ya tienes toda la documentación para sentarte a crear?
Es un proceso muy largo, pero me parece muy interesante. La documentación es muy divertida de hacer, es un proceso que me encanta. Intento leer todo lo que pueda encontrar sobre el tema, contacto con gente que ha vivido la situación, que ha estado cerca de esa situación, o tiene conocimientos sobre ese tema. La documentación me sirve para que la historia sea creíble para el espectador, ya que cuanta más profundidad tenga el decorado mejor. Llega un punto en el que ya es innecesario, y es cuando pienso que ya es suficiente. Me planteo un tiempo determinado que compagino con otras cosas que hago. Puedo estar documentándome meses, y voy haciendo encargos hasta que pienso que ya es suficiente como para empezar a escribir el guion. Y aún así, sigo documentándome y no paro hasta que termino, que igual ya son pequeños detalles o pinceladas que voy añadiendo, pero lo grueso ya lo tengo hecho.
¿A qué se debe lo histórico? ¿Qué buscabas a la hora de plasmar de manera visual esos procesos históricos?
Por un lado, me interesa la historia, es algo que me interesa como lector de novela y de ensayos históricos, es un género que me gusta. Por otro lado, sin darme cuenta empecé a encontrar temas relacionados con nuestro pasado reciente, como son la Guerra Civil y la dictadura, y cada vez que encontraba algo, me sorprendía que nadie hubiese contado ese tipo de cosas, o que fuesen poco conocidas. Empiezas a darte cuenta de que por esa amnesia, digamos obligada, que tuvimos con la transición, nos habíamos dejado fuera historias interesantísimas por contar. Te das cuenta, además, de que son temas que tienen su repercusión en un presente, y que entenderlos nos hace comprender mejor el mundo en el que vivimos. Es triste que todavía, hoy en día, con el tema de nuestra memoria reciente, no haya ni siquiera un consenso sobre ciertos temas. Sigue habiendo un combate por reescribir la historia y te sorprende mucho, como ciudadano, que a estas alturas todavía haya gente que está en contra de la memoria histórica…
Hace poco se acabó un mural basado en tu obra Regreso al Edén en el barrio de Nazaret. ¿Cómo se gestó esta idea, y que pretende?
Pues fue por mi amistad con Martín Fores, un muralista y muy buen amigo que ya había hecho un mural en San Marcelino. Siempre me había dicho que le gustaría poder pintar algún dibujo mío, pero no habíamos encontrado la forma de colaborar. Con ‘Regreso al Edén’, el último comic, se nos ocurrió la idea de que podía estar bien rescatar alguna parte de esa Valencia que aparece en esa historia, y que ya ha desaparecido ya que la ciudad lógicamente va cambiando. Pensamos que podía ser bonito el dibujo homenaje de la playa de Nazaret. Se lo propusimos al Ayuntamiento de Valencia y nos dijo que le parecía bien. Encontramos esta pared de un instituto en la que no iban a construir. Ha ido todo rodado y no ha habido ni el más mínimo problema para llevarlo adelante.
¿Todos tus trabajos son susceptibles de extrapolarse al papel? ¿Piensas en su adaptación a otros formatos cuando comienzas un proyecto?
Intento no pensarlo demasiado para que no me condicione. A veces se me pasa por la cabeza, claro, pero intento que no me altere lo que estoy haciendo. Hago lo que tiene que hacerse para que sea un cómic.
Has desarrollado tu carrera profesional en Valencia, que va a ser en el 2022 capital del diseño. ¿Qué te parece, qué relación tienes con la ciudad?
Desde luego, Valencia se lo merece. Me he relacionado muchísimo tiempo con el mundo del diseño a partir de la publicidad y Valencia siempre ha estado a un nivel altísimo en lo referente al diseño gráfico, al industrial, al de moda… Ha sido siempre un referente en el sentido visual. Si nos fijamos en los últimos premios nacionales, tanto en el diseño como en la ilustración, hay un montón de valencianos y valencianas. Con lo cual, es una tierra que siempre ha tenido unos grandes diseñadores. Quizá lo que alguna vez les ha faltado es un apoyo para visualizar todo ese tipo de cosas. Así que, por fin se juntan las dos cosas, algo que ya estaba, y el poder mostrarlo, decir “estos somos nosotros, y hacemos todo eso”
Queda evidenciado tu implicación con múltiples organizaciones no gubernamentales.
Todo empezó a raíz de ‘Arrugas’, ya que tocaba el tema del alzhéimer y empecé a colaborar con la Asociación de Familiares con Alzhéimer de Valencia, que me ayudaron mucho porque tenía muchas dudas. Me documenté para conocer cómo era la enfermedad y cómo afectaba a los familiares. En cuanto terminamos les hice un cartel, presentamos una gala, y hasta ahora hemos colaborado juntos. Me parece que su labor es importantísima, así como la de Greenpeace, con Cruz Roja, UNICEF, Farmamundi, con quien también colaboro.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Sin contar mucho (se rie) os puedo adelantar que estoy de nuevo con un proyecto sobre la memoria, la represión, los años 40, y sobre unos personajes reales de la Comunidad Valenciana. Se sitúa aquí, y va un poco por rescatar pequeñas historias que nos ayudan a comprender toda una época, y todo lo que sucedió. Siempre confío en que lo que a mí me parece interesante y me hace reflexionar, también se lo hará a los lectores. Porque eso es en lo que consiste lo que hacemos.