Con una trayectoria impecable, Dorian es hoy en día uno de los grupos más reconocidos y estables de la escena indie de nuestro países. Abriendo fronteras poco a poco y con unas expectativas de futuro sobresalientes, se encuentran inmersos en el lanzamiento de su nuevo disco, Ritual, que verá la luz la próxima primavera.
Lisandro no fue el primero en llegar a Dorian, pero ha sido una pieza fundamental en la evolución de la banda. Se muestra ilusionado y agradecido por lo que Dorian le ha aportado a su carrera profesional. Le sigue sorprendiendo y “explotando la cabeza”, como él dice, llenar salas míticas para ellos, conciertos y ver que el público de todo el mundo se sabe todas sus canciones. Con él hablamos de la trayectoria de la banda, de sus inicios, su presente y su futuro.
Aunque hace ya algunos años, nos gustaría que nos hablaras de vuestros inicios
Los principios fueron de Marc, Belly y Bart, que se conocieron en lo que era el Club Nista de Apolo, durante el auge de la música electrónica en Barcelona, a principios de los 2000. Fue un momento muy especial donde coincidió mucha gente y artistas que veían la vida de otra manera, por decirlo de alguna forma. La banda nace de eso, de las ganas de mezclar todo el sonido de aquel momento, toda esa música electrónica con música más pop, saliéndonos un poco de la época del rock madrileño de los 80… Pasamos todo eso por un filtro y de ahí nació Dorian, de aquellos años. Con el tiempo me he sumado yo, que llevo más de 18 años tocando con ellos.
¿Y el nombre de Dorian como surgió?
El nombre de Dorian tiene su origen en el relato de Dorian Grey, porque era un personaje que reflejaba un poco la perfección y la esencia de cada uno.
En aquella época casi todos los grupos cantaban en inglés ¿Para vosotros eso supuso un hándicap? ¿Cómo fue el proceso de grabación del primer disco de Dorian?
La música independiente de España estaba predominada por la guitarra y grupos conocidos que cantaban en inglés. Siempre tuvimos muy claro que queríamos cantar en español, y de alguna manera, que la gente de aquí entendiera el mensaje del grupo. Dorian siempre ha formado parte de la escena independiente, pero ha sido un grupo atípico desde sus inicios. Primero, porque era un momento donde predominaba el indie más guitarrero, y Dorian siempre estuvo muy influenciado por la música electrónica y los sintetizadores, en un momento que no estaba de moda. Aunque hoy en día sí, en aquel momento no. Y lo segundo, es que casi todos los grupos cantaban en inglés, así que en ese sentido también nos diferenciábamos.
Pero es cierto que estamos viviendo un momento de apertura, relacionado con los viajes que hacemos, y poco a poco nos empapamos de la música de otras influencias, y es algo que se refleja en nuestros nuevos trabajos, incluso hay destellos de otros idioma, como en el últimos disco, por ejemplo, hay alguna canción en catalán.
Valencia siempre nos acoge muy bien
¿Cómo recuerda Dorian la primera vez que toca en un festival?
Hay muchas anécdotas de aquellos primeros festivales. Dorian, como grupo, ha ido evolucionando y aprendiendo mientras ha hecho su carrera. Lo que comenzó de manera muy precaria, sabiendo muy poco, se ha ido profesionalizando con los años. En aquel primer Festival de Benicàssim, fue la primera vez que tocamos en un escenario grande, y vernos ahí de repente fue algo apoteósico. Fue una sensación de vértigo, un poco de que le quedaba grande al grupo.
Claro, porque de pronto os veis ahí, compartiendo escenario con grupos como Placebo. ¿Qué se siente en esos momentos?
Bueno yo aún no pertenecía a Dorian, pero cuando empiezas en la música, tienes metas y sueños propios, pero que no sabes hasta dónde puede llegar la cosa. Y cuando te encuentras con ellas, es como ir cumpliendo pequeños y grandes sueños. Lo vives con entusiasmo, y es una forma de ir logrando pasos… Es un ¿cómo hemos llegado hasta aquí?. Al final, recientemente estuvimos en México y ver en un concierto allí o en un festival a miles de personas cantando “Tormenta de arena”, nos hace preguntarnos cómo es posible, no deja de sorprendernos. Y eso es lo que nos mantiene ahí, no perdemos esa emoción.
¿Y ahora sois amigos de grupos de los que antes erais fans?
Hay grupos como Killers que son como más inaccesibles cuando coincidimos con ellos en los festivales, pero claro muchas veces están los camerinos muy juntos, y de repente te ves hablando con Frand Ferdinand o Bumburi. Al final en estos sitios acabamos haciéndonos amigos de un montón de grupos, como Varry Brava o León Benavente.
Habéis estado recientemente en México de gira, ¿es diferente actuar en España frente a otros países?
Actualmente y musicalmente, España se está abriendo más a producciones musicales de fuera, por ejemplo latinoamericanas, cosa que antes no era así. Y eso hace que haya algo más de afinidad de la que se cree entre el público español y el latinoamericano. Cada uno tiene su peculiaridad, en Latinoamérica la gente grita mucho, cosa que en España sucede menos. Pero en realidad son diferencias mínimas. El público anglosajón si que es más diferente. Cada ciudad, más que cada país, tiene sus peculiaridades. En la zona de Valencia y la zona del Levante es región Dorian a muerte (se ríe). Siempre ha acogido muy bien a la banda, y ha comprendido sus mensajes. Es un público muy entregado. El público de Barcelona sería un poco más afrancesado, son matices dependiendo de las ciudades.
Ritual es nuestro trabajo más ambicioso
Desde vuestro primer álbum “Metropolis”, hace diez años ¿De que forma ha evolucionado Dorian?
En cada disco siempre existe un espacio para la ambición, para hacer algo diferente y abrir horizontes. No es una crítica, pero hay grupos que tienen muy claro lo que son, lo que quieren, y no salen de ahí. Y está bien que haya grupos así, como por ejemplo, Los Ramones. Pero en el caso de Dorian necesitamos proponer cosas nuevas en cada creación. Los inicios fueron de carácter más electrónico. Después llegó “La ciudad subterránea”, un disco que consolidó a la banda. Posteriormente, “Velocidad al vacío” un disco que trabajamos de forma mucho más orgánica, con un productor inglés de grupos muy conocidos. Temas como “¿Dónde están los amigos que perdí?” supuso una manera de grabar muy diferente de lo que era Dorian al principio, como, por ejemplo tocábamos en un estudio y grabábamos baterías reales, sin tanta electrónica. En aquel momento esto fue muy necesario para el disco y para la banda. Por eso, en cada trabajo nos volvemos a replantear cosas, por supuesto, manteniendo una identidad y un sonido, pero con esa necesidad de abrir horizontes en nuestra música.
Ritual, el disco que lanzamos ahora en primavera, por ejemplo, es el más ambicioso y el que más colores propone en nuestra música.
¿Y cuando creáis un disco, sabéis de antemano que temas serán un éxito, u os vais sorprendiendo?
Con los años uno va adquiriendo un oficio y una experiencia que nos permite saber qué puede funcionar y qué no. Pero hay un factor de magia incontrolable. A un tema, puedes ponerle toda la carne con el videoclip, la promo, etc. Y luego hay temas que te sorprenden, que principalmente no creías que iba a pasar nada con él, y no resulta ser así. Hay un factor de azar y de magia en todo esto. Es arte, y está bien que no lo podamos controlar. En cada disco recibimos sorpresas con canciones que no esperábamos que funcionasen mejor que otras, y acaba sucediendo.
¿En qué os inspiráis para componer?
Tenemos una manera poco ortodoxa o frecuente para una banda, ya que no estamos en local de ensayo todo el tiempo. Tradicionalmente, la composición siempre ha sido de Marc, luego Belly, y luego he entrado yo en la producción y en la composición con ellos. Por ejemplo, este último disco nos ha pillado en plena pandemia, lo que nos obligó a potenciar más nuestra forma de trabajar, ya que no pudimos vernos durante meses. Terminamos la gira en Latinoamérica y Estados Unidos, y al poco de llegar, empezó la pandemia y, al estar acostumbrados a trabajar en la distancia, no nos resultó traumático en ese sentido.
Muchas veces yo trabajo una idea en mi estudio, la desarrollo y luego la comparto con los chicos. Y así vamos intercambiando ideas. Yo empiezo, Marc añade su melodía o letra, y a partir de ahí vamos trabajando, pero a distancia. Luego hay temas mucho más electrónicos que no requieren pasar por el local de ensayo, y otros que sí, que luego tenemos que juntarnos en el local y tocar todos juntos. Dorian al final es una mezcla de una banda de ensayos y una producción de electrónica.
Y en muchas ocasiones puede influir el ego del cantante ¿no? ¿Es vuestro caso?
Bueno yo estoy muy agradecido por el espacio creativo que me han dejado, ya que cuando una banda tiene una dinámica a nivel de composición, que entre alguien nuevo para aportar es para estar agradecido. Pero es verdad que en la parte compositiva, cada uno de nosotros estamos muy seguros de lo que queremos. Tenemos luchas a muerte por un arreglo minúsculo (se rie). Por una nota podemos estar discutiendo a morir, pero es una discusión muy sana y puramente artística. No es cuestión de egos. No tenemos grandes polémicas, son cuestiones meramente estéticas, por mejorar el resultado final.
Últimamente habéis hecho bastantes colaboraciones. ¿Cómo suelen surgir?
Nuestras colaboraciones, por ejemplo, con Love of Lesbian, surgen de manera bastante espontánea, como estar tocando un tema y pensar que la canción le quedaría increíble a cierto grupo o cierto artista. La mayoria de las veces son personas con las que tenemos ya una amistad más allá de lo musical, y con quien nos sentimos muy afines musicalmente hablando, como es el caso de grupo Zoe, por ejemplo, que tienen una gran notoriedad en México, y con quien hicimos una colaboración en nuestro disco anterior.
¿Y como se presenta vuestro nuevo trabajo en cuanto a colaboraciones? ¿Tendremos alguna sorpresa?
Si, en este nuevo disco hay muchas colaboraciones con gente que nos parece que tiene una trayectoria muy interesante, artistas quizá más jóvenes, más emergentes, gente que no pertenece a tanto a nuestra escena. Pero de quien valoramos mucho su trabajo. Hay colaboraciones, por ejemplo, con Pimp Flaco, artista de un estilo totalmente diferente a Dorian, y de otra generación. Estamos mucho más abiertos y traemos bastantes sorpresas.
¿Dónde os gustaría tocar y todavía no habéis tenido la oportunidad?
Pues quizá si tuviera que decir alguno sería en Coachella, un festival en Estados Unidos. Es decir, hemos tocado en salas míticas, por ejemplo, de Nueva York o de Los Ángeles, con público que gritaba el nombre de la banda y se sabía las canciones, cosa que agradecemos enormemente y nos sorprende, ya que son sitios donde han actuado Coldplay o Metalica, por ejemplo, pero también sería increíble tocar en festivales de allí.
Y con vuestra trayectoria, ¿os seguís poniendo nerviosos antes de salir al escenario?
Si que hay un gusanillo muy mágico antes de cada concierto, no son nervios como tal. Yo, por ejemplo, me pongo mas nervioso en sitios pequeños con luz fría, tocando para 50 personas, que tocando para más gente y con otro ambiente. Me siento más expuesto.
Cuéntanos un poco vuestras expectativas de futuro.
Pues lo más próximo es el lanzamiento del nuevo disco, promociones y giras, conciertos, festivales, salas… esperamos no parar en dos años. Hay muchos países y ciudades cerradas para esta nueva gira. Y, además, con este disco pretendemos llegar a países de habla no hispana.
¿La explosión de artistas españoles que han supuesto un boom en América, como Rosalía, abre puertas a grupos como Dorian?
La explosión de la música latina y la música cantada en español, aunque sea comercial, ha puesto en primer plano el idioma. Ver a Shakira o a Rosalía actuar en la Superbowl y tan arriba con su música en español abre puertas y la mentalidad de las personas y estamos más receptivos.
Como está siendo la era postcovid en cuanto a la música en directo.
La pandemia ha sido dura para los grupos y para el público también. Aunque ir a un concierto y estar sentado no es lo mismo, nos sentimos afortunados de haber podido tocar en momentos complicados, era mejor eso que no poder ir a los conciertos. Aunque en Estados Unidos hemos tocado como si nada para la nueva normalidad, y ya aquí en España ya vemos conciertos que se acercan más a lo que eran antes.