Por EVA CLÉRIGUES
Los diseños de Ramón Arnau y Mariola Reyna son un acto continuo de narración contemporánea, un discurso que empieza en el boceto y nunca se sabe dónde les va a llevar. “Tratamos de diseñar piezas que aporten valor y contenido a las marcas y al mismo tiempo que sean atemporales, que no estén influenciadas por tendencias pasajeras”, comentan. La aspiración es crear futuros iconos del diseño, algo mucho más difícil de lo que la lógica sugiere que debería ser. Con el diseño desempeñando un nuevo papel global saben que “lo esencial es desarrollar un pensamiento propio y ceñirse a él mediante disciplina de trabajo”.
Es la regla de oro del estudio valenciano, que agradece trabajar en equipo bajo un enfoque muy similar: “Tener dos visiones nos ayuda a ver todo lo que se puede mejorar y repensar”. Para encontrar la próxima gran idea, miran hacia la naturaleza y las formas geométricas. En su lámpara Coco para Almerich la inspiración DECOArts.
A los que dudan de si el mundo necesita más sillas, lámparas o jarrones, Álvaro Goula y Pablo Figuera se enfrentan produciendo objetos originales que tocan siempre un acorde emocional. Desde 2012 trabajan juntos en su propio estudio en Barcelona diseñando productos increíblemente expresivos con los que procuran plasmar sus obsesiones formales y su manera de entender el diseño. “Siempre con el propósito de que el producto cumpla con los objetivos del cliente”, dicen.
En los casos más osados “la prioridad es la experimentación en torno a los usos, los materiales o las formas, y transmitir un mensaje estético a través de un objeto”, y aclaran, “a diferencia de la obra de arte, tiene una función adicional”. Aunque se desenvuelven bien en cualquier campo del diseño saben que la poesía propia de la luz les permite trabajar con cotas más altas de sensibilidad. Las formas simplificadas de su lámpara FA, “con una base de acero macizo, una barra del mismo material, un imán y un anillo de goma”, fueron más que suficientes para captar la atención de los asistentes a la exposición que celebraba el 150 aniversario del pintor modernista Ramón Casas, para la que fue imaginada. “Las luminarias debían pasar desapercibidas, pero muchos repararon en ellas y nos animaron a producirlas en serie”. Terminaron por hacerles caso y a través de GOFI, la marca que también dirigen, han conseguido comercializarla.
GOULA/ FIGUERA STUDIO @goulafiguera
María Kim y Agustín García saben que el diseño está muy vinculado a la curiosidad y a la innovación. Desde que se conocieron en la universidad y comenzaron a trabajar juntos, adoptaron un enfoque renovador, a medio camino entre la cultura asiática y la mediterránea, y lo aplicaron a propuestas sensatas. “Nos encanta descubrir nuevos materiales o darles nuevos usos”, dicen. Su trabajo es más bien un ejercicio estético, y puede parecer a veces todo un estudio geométrico. Un ejemplo es Oboo, el diseño de un plato mudable compuesto por una serie de piezas que se combinan entre sí, adaptándose a las necesidades del usuario. La idea surgió como respuesta a un proyecto para la ADCV consistente en la asociación diseñador-artesanochef.
Experimentación sería una buena palabra para resumir su método. Para el paso de lo bidimensional a su representación tridimensional se apoyan en una máquina de rotomoldeo casera que describen como “un proceso de conformado de productos plásticos en el cual se introduce el material dentro de un molde y éste, al girar en dos ejes perpendiculares entre sí, se adhiere a la superficie, creando piezas huecas”. Diseñaron su propia máquina con el fin de fabricar los prototipos. “Nos dimos cuenta de que aparte de vender un producto, vendíamos la experiencia de fabricación, la cual le daba un mayor valor”, explican. La idea es restablecer la relación con lo físico, enseñar cómo se hacen las cosas y compartir su habilidad para convertirlas en útiles.
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