Borja Vilaseca: Antes de vincularte con otros seres humanos de forma intima, es fundamental conquistar la solitud

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¿Cuál es el objetivo del libro “Ama tu soledad” y que quieres transmitir al lector?

Bueno, yo cuando escribo un libro me acuerdo del Borja de 19 años, edad en la que experimenté una crisis bastante profunda. E intento compartir en el libro lo que me hubiera encantado que alguien me dijera cuando tenía esa edad, antes de empezar un poco esa andadura existencial. Teniendo en mente ese Borja, el mensaje que quiero transmitir es que antes de vincularte con otros seres humanos de forma intima, sexoafectiva, es fundamental conquistar la solitud. Es importante dedicar el tiempo suficiente a estar solo, a conocerte a ti mismo, hacer introspección, y mirar hacia dentro, y poder amarte a ti mismo. Todo ello para inmunizarte de una droga que es la nicotina social, es decir la adicción a la vida social, que es la dependencia emocional, los apegos insanos, que tantas relaciones tóxicas y disfuncionales generan hoy en día.

¿Crees que nos relacionamos mal hoy en día?

Creo que los humanos lo hacemos al revés de cómo se debería hacer. Primero nos lanzamos a esas relaciones sociales, a entregar todo a esas parejas, y cuando nos pegamos todas las ostias posibles, es cuando comenzamos el viaje, normalmente tras una ruptura sentimental. Yo propongo hacer el camino inverso en el libro.

Antes has hablado de la solitud ¿qué es exactamente, y que diferencia ese concepto de la soledad?

Planteando el libro, me di cuenta que no es lo mismo la soledad que la solitud. La soledad es una emoción, es sentirse solo. La solitud, que es una palabra que está en desuso, quiere decir estar solo. Es algo físico, objetivo. Tu puedes estar solo y no sentirte solo, y estar rodeado de gente y sentirte solo. Están disociados. Pero hoy en día, en el imaginario colectivo, la gente teme la solitud que cree que experimenta la soledad. Y entonces margina la solitud, que es marginarte a ti mismo, porque la solitud es el encuentro contigo mismo.

Es intimar contigo. Si no trabajas la solitud, no trabajas el autoconocimiento, la introspección, la espiritualidad, la libertad de pensamiento, la creatividad. Te conviertes en una persona prefabricada, estandarizada, que sigue los preceptos de la sociedad. Yo reivindico en el libro la solitud, porque la soledad es pasajera, es una emoción, que es un indicador de que estás desconectado de ti mismo. Mucha gente se siente sola, porque no sabe qué hacer con la solitud. Y tarde o temprano nos vamos a encontrar con ella, así que más nos vale trabajarla de manera proactiva.

¿Cómo distinguirlas? ¿Cómo saber si estoy eligiendo estar sola, o lo hago porque no tengo otra opción?

Lo más habitual es vincularnos por no estar solos. Y como no hemos trabajado esa solitud, ese estar con nosotros mismo, cuando un día nos quedamos en casa sin plan, aparece la soledad. Y es demoledora, es de las más dolorosas que hay. Porque lleva a la tristeza, abandono, ansiedad, nostalgia… te lleva incluso a la depresión. Hay una epidemia psicológica con la soledad. Y ese es el punto de partida para muchos. Porque no hemos cultivado la relación con nosotros mismos. En el libro hablo de los 1000 pasos hacia la libertad. Y los primeros pasos son muy dolorosos y como duele tanto, mucha gente abandona, y acaba mendigando lo que sea, y socializando con quien sea, no porque sea satisfactorio, sino porque es un parche para no sentir eso.

Si tu sostienes esa soledad, y lloras (hay un capítulo entero sobre llorar), vas transitando ese camino, y llega un momento en el que, como todo en la vida, la relación contigo mismo va mejorando, y te empiezas a hacer amigo tuyo, y te vas conociendo. De esta forma, estás tan conectado que no te sientes solo. Ese camino no es lineal, y va mucho con el autocuidado: de tu mente, tu cuerpo, espíritu, sistema nervioso… La soledad es un indicador de que estas desconectado de ti mismo, y de que no te estás cuidando, ni amando. Así que llega un punto en el que atraviesas esa soledad, y la solitud se convierte en tu gran compañero de viaje, y vuelves a la sociedad, porque somos seres sociales, pero vuelves desde otro lugar, no desde la necesidad.

Las personas que hacen ese camino, a veces, no les compensa estar en pareja, porque deben estar con una persona que también haya conquistado esa solitud. Y eso es difícil. Así que vivimos en un autoengaño colectivo, con relaciones tóxicas, en las que justificamos cosas que una persona con amor propio no justificaría.

¿Y qué alcanzas con ese camino?

La libertad interior. Y mejorarán mucho tus relaciones sociales. Tendrás más calidad en ellas, y la soledad se va disolviendo. Y solo vuelve a aparecer cuando pasas tiempo sin fomentar ese autocuidado del que hablábamos antes, pero no porque estes solo.

Y en una sociedad en la que todo va tan rápido, en la que estamos hiperconectados, aunque más desconectados, con el tiempo siempre apretando, y las presiones sociales que hay hoy en día ¿cómo conquistar esa solitud? ¿cómo hacemos para encontrar ese tiempo de autocuidado real?

Si se vive desde una parte neurótica, todo lo que hagamos generará presión. Para mí el amor propio es mucho más sencillo de lo que nos cuentan. El día tiene 24 horas. Dediquemos una al autocuidado, y al amor propio. Es decir ¿qué me hace sentir bien? Eso solo puedes saberlo tú. Es tener una serie de rutinas que te hagan sentir bien a ti.

¿Cuáles son las tuyas?

Yo medito cada mañana 15 minutos al levantarme y otros 15 minutos al acostarme. Hago una meditación guiada en la cama. Luego hago 20 minutos de ejercicio físico en casa. Luego me voy a nadar 20 minutos y en el sitio donde nado, hay una parte pequeña de termas, me meto en la sauna, y lo combino con un cubo de agua helada, y ese contraste me sienta genial. Esto me lleva una hora u hora y media. Esto me mantiene centrado. Y si no tienes una hora para ti, hay algo que no funciona en tu vida. Debes revisar qué cosas superfluas puedes quitarte que no te aportan bienestar.

Y en ese sentido, por ejemplo, ¿crees que la tecnología y las redes sociales nos quitan demasiado tiempo e influyen también en ese amor propio?

Si, lo hacen. Son muy adictivas. Yo por ejemplo, he estado casi cinco años sin whatsapp. Ahora he vuelto por cuestiones personales, a raíz de la separación con mi mujer, y por tema gestión. Y le veo muchos beneficios. Tampoco tengo redes sociales personales, y las del trabajo las lleva otra persona. Hay un verbo que reivindico en el libro, que es ponderar. Que es parar y reflexionar los pros y los contras. Es decir, si comes mucha azúcar, te aporta beneficios a corto plazo, pero ponderas, y a largo plazo, no lo hace.

Pues con las redes sociales pasa lo mismo. A corto plazo, es placentero. Pero a largo no. Lo que pasa es que los seres humanos somos cortoplacistas. Y nos quedamos con esos beneficios a corto plazo. Pero no te das cuenta de los perjuicios ocultos. Y parte de la madurez y la responsabilidad es ver, de vez en cuando, que rutinas tienes, ver cómo tienes la vida, y disciplinarte un poquito, sin volverte loco. Está demostrado que cuanto más miramos el móvil, nos sentimos peor. Yo tengo alarmas de uso. Porque llega un momento que pasas del disfrute a ser yonqui. Hay que ponerse límites. Queremos ser felices pero no pagar el precio de la verdadera felicidad.

¿Somos una sociedad adictiva?

Totalmente. Y nos cuesta mucho sostener el síndrome de abstinencia. Y la soledad tiene mucho que ver con esto. Todo lo hacemos para no sentir el síndrome de abstinencia. Pero hay que aguantarlo, sostener ese dolor al sentirnos solos, porque es temporal, para alcanzar la plenitud. Llega un momento que te inmunizas.

Y para ello, ¿siempre tiene que haber un clic? Es decir, por ejemplo, ¿qué te lleva a ti a realizar este camino y a escribir sobre ello?

Bueno, la soledad ha sido siempre mi gran miedo. La soledad y el abandono, que van de la mano. A mí la parte que más me gusta del libro es la que hablo de familias disfuncionales. Padres narcisistas, emocionalmente inmaduros, y se forja en esas infancias un trauma. Los niños no pueden amarse a sí mismos cuando son pequeños. Necesitan un proveedor de amor que son los padres y cuidadores. Pero como estos padres están traumados por las infancias que tuvieron, esos traumas son transgeneracionales. En mi caso, esas heridas, esa falta de amor propio me llevó desde muy joven a buscar el amor romántico y de pareja, todo inconscientemente. Y ya lo tenemos, apego insano y dependencia emocional. Y eso ha sido mi gran sombra, que no supe gestionar en pareja.

Hoy en día, hay un problema con las personas mayores, y es que cada vez se viven más años, y hay muchas viviendo y sintiéndose solas. ¿Crees que con otro tipo de gestión emocional y habiendo conquistado esa solitud, se sentirían menos solas?

Si, sin duda. Pero antes no se preparaban para esto. Y hoy en día, si no te trabajas es porque no quieres. Hay personas que están más preparadas para ese momento porque a lo largo de su vida, han hecho un trabajo personal, han recibido educación emocional. Creo que hemos de prepararnos para la vejez, porque la muestre es una experiencia muy solitaria. Y por eso nos da tanto miedo. Hay que ser muy valiente para realizar ese camino, porque la gente no quiere pagar el precio, y se pasa mal. Afortunadamente, hay personas que han sufrido rupturas emocionales haciendo ese camino, porque se han dado cuenta que no quieren volver a caer en una relación disfuncional.

Pero también nos autoengañamos mucho ¿no?

Si, si, de hecho, el libro, para mí, es quitarse la venda. De hecho, hablo de la disonancia colectiva, es tremendo, porque lo que te dice es que esa realidad, que tú sabes que no es satisfactoria, has de vivirla. El cerebro te autoengaña, te autoconvence, diciéndote que eres feliz. Porque pensar que eso no es lo que te conviene, y plantearte dejar esa relación de dependencia, te sumerge en algo muy doloroso. Y yo lo que observo es que somos una sociedad de engañados. Y pobre del que de el paso, porque se le señala, ya que pude servirnos de espejo.

¿Es imposible tener una relación sana de pareja?

Tal como vamos normalmente, sí. Porque no vamos desde el amor, desde la felicidad, desde la plenitud. Algo está fallando. Yo no cuestiono la pareja, sino la infelicidad. Creo que las personas debemos conocernos en solitud, para descubrir qué me conviene, y elegirlo de forma consciente. Pero hay mucha presión social, propaganda cultural, miedo a la soledad, temas económicos… Para mi es el gran problema, no conocerse.

¿Cómo ves las nuevas generaciones?

Pues… no se qué decirte. Porque nuestros padres no hicieron terapia. Nuestra generación si la hace, pero tarde. Y ¿qué están viendo los jóvenes hoy? Una disfunción colectiva. ¿Y qué hacen? Se van al otro extremo. Ahora están en un apego evitativo, es decir, cero compromisos, promiscuidad tota, libertinaje… es que si sus padres (nosotros) estamos amargados ¿qué ejemplo les estamos dando? Por lo menos hay que reconocerles que no están perpetuando un modelo que no funciona.

Has hablado muchas veces del eneagrama como herramienta de autoconocimiento ¿cómo nos puede ayudar en el tema de la soledad?

Pues mira, este libro indaga mucho en la herida de nacimiento del eneatipo 2. Entender tus heridas de nacimiento te ayuda a entender tu proceso de sanación, que siempre lleva hacia dentro, por lo tanto a la solitud, ya que el proceso de introspección es muy solitario.  Ser consciente de esas heridas, hace que de adulto tengas una vida funcional.

 

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