Este mes, la doble ganadora del Goya, Natalia de Molina, estrena película como protagonista junto a Daniel Grao. Se trata de Animales Sin Collar, una auténtica reivindicación de la libertad de la mujer. Tras el preestreno, la actriz nos cuenta algunos detalles sobre la producción, su meteórica carrera.
Te he oído decir que «el cine es un espejo de la sociedad», ¿qué opinas del panorama actual del cine español y qué nos dice éste sobre nuestra sociedad?
Obviamente, el cine y el arte en general son un espejo de la sociedad, y esa es su misión: hacer que la gente vea una realidad que de otra manera a lo mejor pasa por alto.
El cine español ahora mismo está reflejando muchas partes de la realidad con películas como Animales Sin Collar, por ejemplo, que habla sobre la nueva política, la mujer de hoy y otras muchas cosas que están en plena ebullición ahora mismo social y popularmente en nuestro país Al final el cine de lo que habla es de la vida y del ser humano.
¿Cómo ha sido meterte en la piel de Nora? ¿Te has sentido identificada con ella en algún aspecto?
Sí, creo que hay un poco de Nora en todas las mujeres, porque hemos nacido en una sociedad donde se nos ha educado de una manera muy paternalista. A nosotras se nos enseña que tenemos que gustar, dar una imagen siempre hacia fuera y estar pendientes del otro más que de lo que una quiere realmente.
Esta peli habla de ese viaje que tiene Nora de autodescubrimiento y de reivindicación de libertad. Es como cogerte y decirte: «¡Oye!, ¡no! He estado muchísimos años pendiente de vivir una vida que no es la mía, sino la tuya».
También pienso que hay muchas relaciones tóxicas. La mayoría de las mujeres, por desgracia, vivimos muchas veces relaciones en las que estás más pendiente de la felicidad del otro que de la tuya. En Nora hay mucho, en conjunto o individualmente, con lo que podemos sentirnos identificadas.
¿Cuál ha sido el papel más complicado al que te has tenido que enfrentar?
Todos me han parecido desafíos, pero sí que es verdad que en Quién Te Cantará interpreto un personaje totalmente diferente a todo lo que había hecho y fue un gran reto, pero… ¡bendito desafío!
A parte de tus películas, obviamente, ¿qué cine nos recomiendas?
Hace poco vi un monólogo que está en Netflix y se llama Nanette, de Hannah Gadsby. Un monólogo que debería ser de visión obligatoria para todo el mundo. Cuando empieza te ríes, y yo acabé llorando a lágrima viva, porque me parece una genia y creo que le da una vuelta al stand-up comedy. Una forma de contar y reivindicar muy inteligente. Es increíble.
Te defines como una chica tímida, sin embargo has interpretado papeles que se alejan mucho de ese perfil retraído. ¿Cómo lo logras?
Es la magia del cine, cuando dicen «¡acción!», Natalia deja de existir y surge el personaje. Luego dicen «¡corten!» y vuelve Natalia. Es como si alguien entrase y luego se fuese, es un poco raro, pero lo siento así. La interpretación me ha servido para romper con esa timidez. Al principio, yo me imaginaba a mí misma haciendo una entrevista y vamos… ¡en la vida! Poco a poco una va aprendiendo, crea una especie de personaje público y afronta situaciones que antes eran impensables.
Como tú misma has dicho en alguna ocasión, los actores trabajáis con emociones. ¿Resulta complicado poner una barrera entre lo que son las emociones del personaje y tus emociones del día a día?
Al final los personajes te terminan influenciando porque de todos aprendes algo. Por ejemplo, Nora me ha enseñado a fijarme en todos esos micromachismos que existen y que pasan inadvertidos. Ni siquiera te los planteas porque es “lo normal” y, de repente, si los ves desde otro punto de vista empiezas a decir «¡oye, pero esto qué es!».
Yo qué sé, una tontería como, por ejemplo, en una escena en la que terminan de cenar y el siguiente plano es que las dos chicas están recogiendo la mesa y nadie se plantea nada, es lo normal. Pero ¿por qué? ¿por qué tiene que ser así lo normal? ¿por qué no están ellos también recogiendo la mesa? ¿por qué ya se da por hecho que eso tiene que hacerlo una mujer? Y son cosas que el cine te hace verlas y reflexionar sobre ellas. Todos mis personajes me han ayudado, y espero que también a mucha gente que haya visto la película.
Has interpretado a muchas mujeres fuertes, aunque tú misma reconoces que en la industria del cine los personajes femeninos generalmente se presentan como complementos del masculino. ¿Desde que iniciaste tu carrera cinematográfica has notado alguna evolución en este aspecto gracias a la lucha feminista?
Creo que hay más conciencia en general en todo el mundo. Nada más hay que ver lo del 8M, muchísimas mujeres de todos los sitios de España saliendo a la calle, gritando y reivindicando sus derechos.
Y, claro, como el cine es un reflejo de la realidad, eso tiene que verse. Ahora hay muchos más personajes femeninos poliédricos y más complejos que antes. Que hayan más papeles protagonistas fenenimos no quiere decir que no sigan habiendo películas con mujeres florero, o la típica loca, o la novia, o la histérica o muchos otros clichés.
Es un camino largo…
Claro, poco a poco hay más conciencia y también se les está dando más espacio a mujeres realizadoras, guionistas, productoras, como Beatriz Bodegas que produce esta peli. Pero creo que también el trabajo está en nosotras, en empezar a elegir y a saber decir «oye, no, esto no, no quiero seguir alimentando este mensaje». Es difícil, porque al final hay que trabajar y hay que comer, pero dentro de lo que podamos hay que hacerlo. Yo, por ejemplo, considero que lo hago, elijo solo lo que siento que va a aportar algo en general y, sobre todo, a las mujeres.