Louisa y Kerry Raluy continúan un legado que comenzó hace más de 100 años. Y es que su familia siempre se ha dedicado al circo, y ahora ellas son las que tienen una batuta que sus hijos ya están dispuestos a coger. Y así continúa la saga Raluy. Son las primeras y, de momento, únicas directoras de circo del mundo, título que llevan muy bien puesto, y que aprendieron de su padre, Luis Raluy, “el payaso de la cara blanca”, enterrado hace dos años en Valencia, haciendo lo que mejor sabía hacer: reír. Pero el circo es más que eso. Es una familia, una empresa, una suerte de comunidad que viven como cualquier otra, y que hacen de su vocación su profesión. El espectáculo es su vida, e innovar su razón de ser. Entrar en el circo Raluy Legacy es hacer un viaje al pasado, y vivir una experiencia sensorial única. Ellas lo saben, y por eso nos hacen disfrutar en cada número que crean para su público.

Para comenzar, ¿podéis compartir un poco sobre la historia y el legado del Circo Raluy Legacy?

Nosotros empezamos hace más de 100 años. Lo inició mi bisabuelo, que era un saltimbanqui, e iba actuando con una cabra y pasando la gorra por las plazas de los pueblos catalanes. Mi abuelo fue el primer artista de carpa, ya que compró una, para después ya montar su propio circo. Tuvo cuatro hijos, y mi padre, el mayor, fue el que continuó con el legado. Nos tuvo a nosotras, que somos la cuarta generación, que hemos tenido hijos, y ellos también. Así que vamos por la sexta generación ya. Así que espero que continúe la saga.

Si, porque el Circo Raluy Legacy es exclusivamente familiar.

Bueno es una saga familiar, no es un circo familiar. Es decir, que no todos los que estamos aquí somos familia. Sino que somos una empresa familiar que contratamos a artistas de fuera, además de estar nosotros aquí.

El Circo Raluy Legacy es conocido por su enfoque innovador. ¿Cómo habéis integrado la innovación en vuestras actuaciones y cómo habéis evolucionado para manteneros relevantes en el mundo del entretenimiento circense?

Pues para que te hagas una idea, estas caravanas que ves son originales del principio del siglo pasado. De hecho, hubo un momento que mi abuelo compró caravanas modernas, que era lo que se llevaba en aquel momento. Y este tipo de caravanas las tenía almacenadas, y las iba restaurando y guardando. Y un día decidió sacarlas y exponerlas, casi como un circo museo, incluso. Así que Raluy es un circo que se ha detenido en el tiempo, ya que es de otra época. Ya que, si quisieras ver otro circo de estas características, tendrías que ver una película de época ya que no existe otro así. Y ese es el legado que nos toca mantener. Pero, por otro lado, al mismo tiempo nuestros espectáculos están a la vanguardia. Son modernos. Aunque mantiene tintes, obviamente, clásicos, el humor es actual, y las luces, la música. La manera de publicitarnos también. De hecho, fuimos el primer circo en tener redes sociales. Así que somos pioneros en muchas cosas, dentro del sector.

¿Cuáles son vuestras influencias a la hora de crear vuestros espectáculos?

En general, toda la familia, hemos estado muy cerca y muy involucrada en el mundo del arte. De hecho, muchos tocaban algún instrumento, sabían cantar, pintar, coser, bailar… Somos una familia con una sensibilidad muy artística. Así que los brainstorming incluyen todo ese talante artístico. Desde la idea, hasta el vestuario, las coreografías, todo lo creamos desde aquí. Los espectáculos intentamos tematizarlos lo menos posible, de forma que son números sueltos, pero entra todo dentro de una armonía. Y nos fijamos en la actualidad, nos adaptamos a los tiempos, ya que, por ejemplo, lo que hacía reír a mi abuelo, no es lo mismo que nos hacer reír hoy a nosotros. Las bromas han cambiado.

¿Y cómo os organizáis?

Pues lo que te decía, hacemos una lluvia de ideas, y vemos lo que vamos a incluir en el próximo espectáculo. A partir de ahí, decidimos los números que haremos nosotros, la familia, ya que eso luego no lo contratamos. Y después buscamos a artistas que hagan el resto.

¿Y qué se encuentra el público en “In Art we trust” y qué tiene de diferente respecto al anterior “Todo lo cura”?

Pues “Todo locura” nació en la pandemia. De ahí el nombre. Y este lo teníamos que haber hecho antes, pero estalló la pandemia, y por eso creamos el anterior primero. Porque había artistas de todo el mundo que se quedaron en sus países, sin poder salir. Así que “Todo lo cura” era un espectáculo familiar. Este título, “En el arte confiamos”, es lo que nos ha enseñado precisamente la pandemia y, de hecho, en el espectáculo se explica por qué confiamos el arte, y por qué es importante sobre todo en los momentos difíciles. El espectáculo es muy fuerte. Tiene números muy potentes visualmente.

Sois las dos únicas directoras de circo de España. ¿Qué se siente al llevar ese título?

Bueno, para nosotras es una sucesión natural, ya que es lo que hemos vivido desde pequeñas. Así que lo que hacemos es hacer lo que hemos visto aquí desde siempre. Y creo que no lo estamos haciendo mal. De hecho, hemos recibido recientemente el Big Top Label, un reconocimiento que, con el apoyo del Parlamento Europeo, diferencia los circos de alta calidad. Si, es un sello de calidad de los circos. Es como la Estrella Michelin para los restaurantes, o los Oscar para los directores. El Parlamento Europeo lo creó hace unos 8 años, ya que el circo no tenía ningún galardón de este tipo. Vienen a inspeccionar tres circos seleccionados, y nos lo han dado a los tres. Así que muy contentas porque somos los únicos que lo tenemos en España. Y aunque tú sepas que lo estás haciendo bien, que te lo reconozcan a nivel Europeo, pues es un orgullo.

Cómo es dirigir a casi 50 artistas de seis nacionalidades distintas

Cada uno tenemos nuestro rol. Mi hermana se dedica más a papeleo, gestoría, a vestuario; su marido se encarga de la restauración de carromatos, la seguridad aérea; el espectáculo, la publicidad o promoción es más cosa mía; el padre de mis hijas es el director técnico, mis hijas se ocupan de las redes sociales… es decir, cada uno nos ocupamos de una cosa, y así formamos un buen equipo, aunque es verdad que en el circo todos nos implicamos en todo. Y si nosotros no sabemos hacerlo, buscamos a quien si lo sabe.

¿Cómo es la vida circense? Porque vosotros vivís aquí ¿no?

Si, si, vivimos aquí. Pues esto es como una empresa. Lo único que cuando acaba la jornada, en lugar de irte a tu casa, te vas a la caravana. Es como un pueblo, que vamos viajando, y tenemos nuestros problemas, nuestras alegrías, unos se juntan con unos, otros con otros, hay gente más sociable, menos… Lo que si es que creo que el circo es más tolerante, porque, como has comentado antes, convivimos muy cerca gente de nacionalidades diferentes. De hecho, mis hijas se sorprenden a veces del racismo que ven, en ocasiones, fuera de aquí. Porque ellas eso no lo han vivido.

¿Qué dificultades os encontráis a la hora de dirigir el circo?

El papeleo, los permisos, la gestión con los ayuntamientos. Eso es lo más tedioso. Porque cada vez te piden más cosas. Por ejemplo, aquí en Valencia, como hace poco hubo problemas con un festival que se les voló una carpa o algo así, nos han pedido cosas que no nos habían pedido en ningún sitio ni ningún año. Pero lo que no se dan cuenta es que nosotros vivimos aquí, es nuestro negocio. ¿Cómo vamos a ponernos en riesgo a nosotros y al público que viene a vernos? Tenemos todo en regla, con las medidas de seguridad, y todo ignifugo. Antes, mi abuelo veía un campo, montaba la carpa y listo (se ríe).

¿Podéis hablarnos de alguna actuación que recordéis con especial cariño?

Pues todas las entradas que hacía mi padre. Lo echamos de menos. Porque él salía tres o cuatro veces en cada espectáculo.

¿Qué significa para vosotros Valencia?

Es nuestra segunda casa. Porque solíamos actuar en Barcelona todas las navidades, pero desde que descubrimos Valencia, siempre venimos aquí. Bueno, cada dos años. Vamos turnándolos. De hecho, eso es lo que nos permite que un espectáculo nos dure dos años, que es la única forma de hacer algo de calidad. Y bueno, de hecho, nuestro padre está enterrado aquí, en L’Eliana. Y el público valenciano es muy entregado, y muy entendido. No le cuelas cualquier cosa. Ten en cuenta que por aquí han pasado los mejores circos del mundo. En Valencia hay mucha cultura del circo y del espectáculo. Y tenemos aquí amistades muy fuertes.

¿Cuáles creéis que son los retos del circo?

Pues lo que nos interesa a nosotros es que la gente venga a vernos y nos recomiende. Pero que también vaya a otros. Es decir que se consuma mucho circo. Y hoy en día, con todo lo que hay, eso es un reto. Así que lo que revindicamos es que se creen espectáculos de calidad. Y nos honra decir que mucha gente que nos ve, se inspira y tiene ganas de crear. Eso es lo que queremos, y lo que necesita el gremio. Y lo primero que hemos querido hacer nosotros es ser diferentes y destacarnos.