Pablo Rivero presenta ‘La Matriarca’

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Hay personas que de tanto haberlas visto por la televisión, parece que las conozcamos. Incluso nos alegramos por sus logros como si fueran los de un buen amigo. Algo parecido nos sucede con Pablo Rivero. El actor, conocido por su papel en ‘Cuéntame cómo pasó’, presenta su sexta novela, ‘La Matriarca’. Saber qué le inspira para escribir, qué ha aprendido con sus novelas, qué nuevos proyectos le motivan. Y, por supuesto, comprobar su talento delante de las cámaras, arriba del escenario o entre las páginas de cualquiera de sus libros.

¿Qué inspiró ‘La Matriarca’?

Varias cosas. En primer lugar, tenía claro desde hace tiempo que quería escribir sobre la exposición de los mayores en las redes sociales. En mi libro ‘La cría’ hablaba de la sobreexposición de los menores en las plataformas digitales. Durante la promoción de esa novela me di cuenta de que este hecho podía deberse a la vulnerabilidad de los niños. Es decir, se toman las decisiones por ellos. En lo que no reparé es que el ciclo de la vida afecta de igual forma a las personas mayores, incluso a los que son más independientes, poderosos o fuertes. Por suerte llegas a esa edad, pero por desgracia te vuelves igual de vulnerable que los más pequeños. Y quería abrir el debate sobre hasta qué punto muchos de los ancianos que se exponen a internet son conscientes de la repercusión que tiene.

Quizás no lo son.

No lo sé… Hubo una época en la que empecé a tener una serie de llamadas fraudulentas. Un día en concreto me intentaron timar de un banco y pensé: si esto fuera a una persona de la tercera edad quizás no se daría cuenta. Ahí mi cabeza empezó a crear miles de escenarios. ¿Y si esa persona reconociera la voz quien le está engañando? ¿Y si después desapareciera? Ese fue el momento en el que supe que quería escribir sobre ello. Me inspiré en relatos cotidianos: casos de personas mayores que habían desaparecido por problemas económicos y familiares o en las historias que me contaban mis padres o la gente de mi entorno.

Ahora que hemos hablado sobre el auge de las redes sociales, parecía que la lectura iba a morir dentro de una sociedad tan digital. En cambio, en la pasada Feria del Libro pudimos ver cómo a la gente le sigue interesando mucho el papel.

Supongo que las cosas buenas siempre están de moda. Eso y que ahora los libros en papel tienen un valor de coleccionismo importante, tener una portada bonita o una edición especial es tener un tesoro entre manos.

Además de las redes, nos haces reflexionar sobre temas como la exclusión social o la brecha digital, ¿cuál es el mayor desafío de abordar temas tan complejos?

Para mí es el motor, porque yo tengo que encontrar las historias. Un libro es muchísima dedicación de tiempo, por eso tienes que convivir con un producto que realmente te apasione. Y en mi caso encontrar el tema es lo más importante. Intento abordarlos igual que a la hora de actuar: profundizando en todas las capas que hay. Una vez que decidí hablar de la vulnerabilidad de los mayores, me lo tomé como un ensayo. Me preguntaba: ¿qué temas puedo tratar y cómo puedo abordarlos? Además, la pasión se incrementa cuando descubro algo que no sabía y me hacen dudar sobre aspectos que creía tener más claros.

¿Por ejemplo?

Como autor intento construir personajes muy contradictorios, con muchas capas. Represento a alguien con una opinión sobre cualquier tema y busco enfrentarlo con otro personaje en el libro que le discuta, piense diferente y le haga replantarse sus ideales. Muchos de ellos plasman lo que he investigado o lo que he descubierto, pero también dan voz a mis dudas. Y, por supuesto, trato de darle espacio al lector para que saque sus propias conclusiones. Por otro lado, a veces expongo datos objetivos (sobre las pensiones, índices de suicidio, inmigración…) que descubro con la documentación y ahí no doy margen. Quizás hay lectores que piensan que es mi opinión, pero, aunque lo ponga en boca de un personaje, son números reales.

En la historia, pones a una mujer mayor como el eje central de la trama, cuéntame más sobre este homenaje que rindes a las mujeres de familia. A todas las matriarcas.

Yo construyo el libro que a mí me gustaría leer y ese tiene que ver con una imagen potente, seguro. Soy muy fan de Hitchcock y él tiene una película, ‘Rebeca’, que me resultó muy enigmática, con una figura principal muy imponente y me planteé encarnar esa idea en la matriarca. Las mujeres en este país son las que han llevado sus casas, la vida familiar y, en muchos casos, los negocios. La mayoría de las señoras de la generación de Felicidad se han tenido que imponer en un mundo de hombres, lo sé porque lo he vivido con mi madre y con mi abuela. Y pienso que no se les agradece.

Ellas han desarrollado una personalidad de “armas tomar” porque no podían bajar la guardia. Por eso la frase de “no intentes engañarla, porque su intuición nunca falla”. Sin embargo, nada es porque sí. También lo hice egoístamente, porque era un personaje idóneo para crear un thriller. Alguien que lleva las riendas de una familia y que confronta a un grupo de vecinos, le daba un punto costumbrista y cercano al libro, pero a la vez con muchas opciones de misterio.

¿Cómo afrontas la construcción de los personajes, especialmente el de Felicidad?

Normalmente tengo unas personalidades muy claras, que suelen ser los protagonistas. Aunque lo que tengo certero en mi mente desde el inicio es el viaje, o sea, la esencia de ellos. Todo lo que creo que tienen que transmitir y cómo se transforman o cómo les transforma la historia. De forma que voy eligiéndolos muy conscientemente a todos, porque a veces los personajes de alrededor cuentan mucho de los principales. En esta novela, por ejemplo, enfrento a la Matriarca con Candela, que es una teniente de la Guardia Civil de otra generación, pero se parecen mucho. Lo que quiero mostrar es la idea de que vemos a los mayores como algo lejano y estamos más cerca de ellos de lo que pensamos. Aunque las cosas hayan evolucionado, en el fondo no han cambiado tanto.

Buscas poner en todo momento un contrapunto a tus personajes.

Intento que todo sea un puzle y que se vaya complementando y enriqueciendo. La clave recae en crear personajes muy cercanos, que reconozcas. Les aporto muchos aspectos de mi personalidad, tanto a los buenos como a los malos. Es importante no hablar de blanco o negro, es decir, intentar entender al malo o a quien está obrando de una manera que aparentemente no es la buena. Básicamente que todos tengan muchas aristas y que cualquiera pueda ser el culpable.

Y si hay un factor más que tienen en común tus novelas es que incluyes aspectos de thriller en todas ellas, ¿qué es lo que más te gusta de este género?

Yo soy un friki del terror y del miedo. Me crie en los 90, en esa época veíamos ‘Quién sabe dónde’, los programas de La Baraja, el caso Alcácer… Vivía aterrorizado, pero a la vez no podía dejar de verlos. Me fascinaba porque quería investigar y descubrirlo todo y es lo que pasa con el género, es un miedo morboso. Y no te voy a engañar… también hay una parte canalla. A mí siempre me ha gustado meter miedo y dar sustos, por eso en mis libros hay un punto gamberro y giros de guion. De hecho, en ‘La Matriarca’ hay una parte un poco punki (risas).

¿Punki?

Va mucho con mi espíritu lo de ser contundente con las historias verídicas. La novela negra a veces acaba bien y tiene un final muy romántico. Pero yo bebo de los casos reales y en ellos no hay concesiones, no llegas a la última página y antes de que el asesino mate te cuenta por qué está matando. Intento ser crudo porque es lo que causa impacto y lo que a mí me gusta sentir cuando leo.

¿Y tú, qué te llevas de “La Matriarca”?

La confirmación de que, al final, la manera en la que tú escribes y cómo afrontas los temas se transmite. Eso ya lo tenía comprobado en lo que respecta a la intriga y lo terrorífico, pero no tanto en lo sentimental. Esta está siendo muy especial en ese sentido.

¿Qué esperas que se lleven los lectores de ella?

Una grata experiencia. Si te lo pasas bien, te intriga, te sorprende y te hace pensar más allá de entretenerte… Me basta. Bueno y ¡que te acuerdes un poquito de tu madre o de tu abuela!

Muchos te conocemos por tu papel en ‘Cuéntame cómo pasó’, pero ¿en qué momento te llamó la escritura?

Cuando saqué mi primera obra muchas personas se sorprendieron y me decían: “no sabía que escribías”. En cambio, en mi entorno a nadie le extrañó. Yo desde pequeño jugaba a inventarme historias y de adolescente ya las ponía en papel. ‘No volveré a tener miedo’ la escribí durante el primer año de facultad, no con el fin de publicar un libro, sino tratando la historia con libertad, queriendo profundizar en ella y entenderla. Y que, al hablar de situaciones personales, es una manera muy terapéutica de mostrar lo que me preocupa y ronda mi cabeza.

La serie acabó en noviembre de 2023 y muchos nostálgicos nos preguntamos: ¿qué viene después de Toni Alcántara? ¿Más libros, más series?

Nada más terminar ‘Cuéntame’ podría haber entrado en una serie que está funcionando súper bien, pero estaba escribiendo ‘La Matriarca’, así que me negué. Pero no he dejado de actuar, he vuelto al teatro con una obra que hice el año pasado, ‘La importancia de llamarse Ernesto’ y estrené en el Festival de Málaga la película de ‘El Molino’. Cuando estoy en un proyecto intento estarlo al cien por cien y entre la promoción del libro y la gira teatral no me quedaba casi tiempo libre para nada más. Aunque tampoco puedo estar quieto, ya estoy escribiendo la siguiente novela y espero poder contaros más detalles pronto.

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