El actor vuelve a subirse al escenario para protagonizar “La fiesta del chivo”, adaptación teatral de la novela de Mario Vargas Llosa, que estará en el Teatro Olympia del 25 de noviembre al 6 de diciembre. Hablamos con él de sus dos grandes pasiones, la cultura y la gastronomía.
“La Fiesta del Chivo” apenas se ha adaptado al teatro por su riqueza y complejidad, ¿sintió vértigo cuando llegó a sus manos el guion?
La verdad es que sí porque cuando tienes que tomar la decisión de si te incorporas a un proyecto o no evidentemente vas a tener que argumentar por qué lo quieres hacer o por qué no. Y claro argumentar que no te gusta algo que venga de las manos de Vargas Llosa… es un marrón muy grande. De donde parte todo es de una obra maestra de la literatura universal y cuando empecé a leer la adaptación sentí esa especie de vértigo de decir “ojalá que me guste”. Y fue así, cuando leí las tres primera páginas me encantó.
¿Cómo se prepara un actor un personaje tan complejo de interpretar como es el general Rafael Trujillo?
Lo que hay que hacer es intentar no contrastar el personaje con tu opinión ni con tu manera de ser. Definir muy bien que el actor está en un sitio y el personaje en otro, te metes en el papel pero luego sales inmediatamente, sin tener convivencia con él. Se trata de hacerlo fluir, de no exagerar su crueldad, porque así el espectador será quien tome las decisiones.
Mario Vargas Llosa asistió a un ensayo y elogió su papel, ¿es importante ese reconocimiento a su trabajo?
A mi la vanidad me aburre que me mata, yo no soy así. Pero hombre ¡a nadie le amarga un dulce! -risas. A todos nos gusta que resalten lo mejor de nosotros mismos. Y que te diga Vargas Llosa que a partir de haberme visto ya no se podía imaginar a otro Trujillo que no fuera el mío pues evidentemente caray es como si te hubiera tocado el Euromillón. ¡Que te lo ha dicho el Premio Nobel!
Yo tengo la suerte de conocerle personalmente y es una persona que va más allá de su dimensión intelectual, me gusta por su brillantez y por su sentido del humor.
¿Le dio algún consejo para abordar la obra?
No no, qué va, porque él ya lo vio todo hecho.
El miedo es el elemento fundamental en esta adaptación, algo que en estos tiempo de pandemia abunda mucho en nuestra sociedad, ¿cree que los políticos se están aprovechando de esto?
Yo creo que no, el miedo que se puede llegar a sufrir en un dictadura por ti y por tu familia no tiene nada que ver con el miedo que puede albergar cualquier ciudadano ante una pandemia. La función nos enseña que hay cosas que están delante de nuestros ojos de una manera tan clara que sino las vemos es porque queremos mirar hacia otro lado.
¿Es difícil hacer teatro en tiempos de covid?
Es difícil pero lo que es verdaderamente difícil es atender a la gente que está enferma.
¿Qué opina de que se vuelva a golpear a la cultura con nuevas restricciones?
Nosotros ya no podemos decirlo ni más alto ni más claro los teatros son espacios seguros 100%. Yo no quiero estigmatizar a ningún sector, todos son necesarios, pero la cultura es segura y necesaria. No hay contagios. Pero estamos preparados, a mi la pandemia no me echa para atrás.
Aparte de apasionado de la cultura también lo es de la gastronomía, otro castigado por esta situación, ¿le duele ver a dos sectores a los que está unido tan tocados?
Me duele que me mata porque estoy asistiendo al cierre de locales de personas que me son muy cercanas. Yo tengo un hijo cocinero y creo que la situación de la hostelería es injusta.
Hablando de gastronomía Cuchita Lluch, su pareja, es la presidenta de Mediterránea Gastrónoma 2020, que se celebra en València, ¿qué destacaría de la cocina valenciana?
¡Su luz! Los que cocinan dentro de ese haz de luz se hacen muy grandes. El talento culinario que hay en la Comunidad Valencia yo creo que está a la cabeza de España.
Como entendido en la gastronomía ¿algún restaurante valenciano que le haya sorprendido?
Todo lo que hace Begoña Rodrigo, es una de las que va a llegar más alto. Es una chef excepcional.