La Casa Azul, León Benavente y DePedro, entre otros, se subirán al escenario de La Marina de Valencia en el marco del festival Love to Rock, que promete ser el primer festival de música sin restricciones. En su segunda edición, Love to Rock ha dado un firme paso adelante en su definición para ofrecer al público una experiencia integral que combine actuaciones musicales de bandas de primera línea del panorama nacional con la gastronomía, el deporte y el ocio activo. Se trata de una apuesta cultural que dinamizará uno de los lugares más emblemáticos del litoral mediterráneo cuyos servicios, accesibilidad y comodidades lo convierten en un entorno de referencia para eventos de este tipo.
Hello Valencia ha podido hablar con dos de las apuestas fuertes del festival. Guille Milkyway, de la Casa Azul, Abraham Boha, de León Benavente, y Jairo Zavala, de DePedro se muestran muy satisfechos de volver a tocar en una ciudad como Valencia, y “a punto” de la nueva normalidad.
Guille, estaréis tocando en el festival Love to rock aquí en Valencia los días 22 y 23 de octubre, ¿tenéis ganas?
Pues la verdad que muchísimas, porque en Valencia fue el primer lugar donde tocamos, además fue allí en les Arts, en el 2017. Todo lo de la pandemia ha sido un poco drama y digamos que la reapertura para nosotros está siendo como Agua de Mayo. El otro día tocamos en Murcia, Valencia es otro sitio muy especial, Madrid, Zaragoza… Son lugares esenciales para el grupo y sí, la verdad es que tenemos muchas ganas.
Va a ser uno de los primeros festivales dónde se pueda volver a bailar, ¿habéis actuado estos meses de pandemia? ¿cómo ha sido?
Bueno la verdad es que ha sido un poco raro, supongo que para mucha gente, ha sido como todo un proceso. Yo personalmente decidí no parar de tocar cuando empezó todo esto, porque lo que no quería era empezar a preparar una especie de propuesta, simplemente porque las circunstancias habían cambiado, y adecuar todo a la nueva circunstancia, pensaba que no era la manera de hacerlo. Nosotros tenemos nuestra propuesta y la queremos plantear y proponer tal y como lo hacemos. Pero, la sorpresa también ha sido, a lo largo de los meses, cuando empezamos a tocar este verano, que realmente tampoco era tan distinto; dar conciertos con gente sentada, con distancia, … Me he tenido que tragar mis palabras porque una cosa que no pensaba que se podía hacer, que era como encontrar el punto de evasión en los conciertos y de perder un poco el mundo de vista por un rato. Incluso de celebración si me apuras… Nos dimos cuenta que también pasaba, y también surgía, incluso con la gente sentada. Que a lo mejor era de otra manera, pero que tampoco era tan distinto de como son las cosas cuando hay normalidad. Para mí es un poco alivio, pero la verdad es que evidentemente, ver a la gente bailar… Sobre todo por sentirse libre, no se siente la música como uno realmente la siente. Sin necesidad de estar pensando si una cosa la puede hacer o no la puede hacer.
Imagino que podremos escucha uno de vuestros temas estrella fue La revolución sexual, ¿en qué ha cambiado vuestra música desde entonces?
Si, es complicado -risas-. Tengo la impresión de que siempre estoy haciendo más o menos lo mismo, pero obviamente, cambiamos con el paso del tiempo. Escucho mucha música, constantemente estoy interesado en mil cosas, y de hecho, la propuesta de La Casa Azul, desde el inicio, siempre tuvo como dos pilares muy marcados: uno era la falta de prejuicios, y el otro era el amor por la cosa melómana, la melodía clásica. Eso sigue siendo así, pero la falta de prejuicios es la que te lleva a mezclar todo a la vez, y es algo que seguimos haciendo. Aunque ahora sonamos mejor y somos más sosegados que hace unos años, porque evidentemente ya no tengo 18 años.
¿Cómo definirías el estilo de música de La Casa Azul, ¿pop quizá?
Qué complicado… No sé, yo creo que es música pop sin prejuicio. La etiqueta “pop” me hace sentir muy cómodo porque creo que permite eso, permite utilizar cualquier influencia sin tener que justificarte por ello.
Abraham, imagino que tendréis ganas del Love to Rock, ¿cómo es el público valenciano?
Es una ciudad en la que siempre hemos tenido mucho público. De hecho, este verano, en estas giras extrañas que estamos haciendo desde los dos últimos veranos por la agitación y las restricciones, hicimos un concierto en Viveros y creo que, si no fue el mejor que hemos dado, fue uno de los mejores, desde luego.
Siempre ha sido una ciudad que nos ha tratado bien, y no sé decirte cómo sois (se ríe) creo que hay una tendencia a pensar que las ciudades de cada uno son como más sosas… Nosotros tenemos suerte, y creo que una de las características fundamentales de León Benavente es que en los conciertos se ha creado un vínculo y una comunión con el público muy especial. Hay una energía muy especial, y siempre que hemos ido, desde el primer concierto en la Wah Wah, que íbamos los cuatro sin equipo técnico ni nada, la sala prácticamente se llenó. Luego hemos vuelto muchas veces y bueno, siempre ha sido muy guay.
¿León Benavente es más de salas pequeñas o de grandes escenarios?
Nos gustan las dos cosas, son sensaciones muy distintas. Como público te digo que a mí personalmente me gusta más disfrutar de la música en salas, ir a ver al grupo en sí. Pero en los festivales hay mucha más gente, también se crea una energía distinta, hay un público que no va a verte a ti, pero a un grupo como nosotros nunca nos ha venido de más tocar en esos festivales. A día de hoy nos siguen descubriendo personas que van a ver a otros grupos o cantantes, y no nos habían oído nunca, y a partir de ahí empiezan a venir a conciertos en las salas. Las salas siempre han estado ahi. Si nosotros no hubiésemos tocado en la Wah Wah, no estaríamos tocando ahora en el festival Love To Rock de Valencia.
A raíz de la situación que estamos pasando, ¿cómo lleváis esta nueva normalidad?
Hemos hecho varios conciertos pandémicos, los primeros fueron rarísimos porque nunca habíamos hecho algo así. Las personas sentadas, las mascarillas… al final dejó de hacerse raro, aunque a veces, cuesta concentrarse y pensar que llevas toda tu vida trabajando todo lo contrario, ya que en un concierto como el nuestro vamos a mover al público. Pero, después de los conciertos del año pasado y este año, nos centramos en hacer un tipo de concierto en el que nosotros disfrutásemos también, y creo que eso se nota y se acaba transmitiendo. A día de hoy me alegro que ya se estén levantando ciertas restricciones.
Jairo, esperando el Love to Rock con ganas, imagino, habías tocado antes en Valencia ¿no?
Llevo desde el año 95, entonces sí jajajaja, alguna vez he tocado.
¿Qué relación tienes con la ciudad? ¿Qué te parece? ¿Cómo es el público de Valencia?
Valencia es una ciudad que siempre nos ha tratado maravillosamente, no es un tópico, es una realidad. Tengo grandes amigos. Es una ciudad que, al margen de las maravillosas Fallas, tiene también muchos rincones y calles secundarias donde hay gente llena de propuestas y siempre concede espacio.
Musicalmente hablando, ¿crees que es una ciudad bastante abierta?
A mí me lo parece, una cosa son los tópicos, y otra es la gente. A mí sí, siempre me lo ha parecido y me ha sorprendido. Me ha enseñado muchas cosas.
¿Has tocado ya en la nueva normalidad? ¿Cómo fue para ti tocar en pandemia?
Yo lo viví con agradecimiento porque tuve la oportunidad de tocar durante todo este tiempo, y para mí ha sido muy bonito y redentor. Muy interesante tocar en sitios donde la gente, los promotores, hicieron heroicidades para poder encontrar un espacio donde desarrollar nuestro trabajo y ha sido maravilloso. Pequeñas gotitas de luz que nos han ido acompañando por el camino en forma de conciertos.
A parte de Valencia, tendrás muchos más conciertos. ¿Cómo se presenta este final de año?
Muy esperanzador, una palabra que incluye la espera en su forma. Ahora sacamos el disco la semana que viene y desde luego, vamos a estar presentándolo por toda la geografía de aquí y fuera.