Sandra Barneda publica su nueva novela Las olas del tiempo perdido, una reflexión sobre esos veranos de la niñez y la amistad.
Sandra, Las olas del tiempo perdido habla de aquellos veranos de nuestra niñez, ¿Son tan especiales o acabamos idealizándolos? ¿Qué caracteriza esa época?
Pues yo creo que es una mezcla, son muy especiales porque son nuestra base, nuestra espina dorsal de la que tiramos. En esos veranos descubrimos prácticamente casi todo, pero al mismo tiempo, también podemos acabar idealizándolos… idealizándolos en el buen sentido y en el mal sentido porque si tuvimos unos malos veranos, pues también podemos idealizarlos de cara a lo negativo, y quizás no fueron tan negativos. Y sí fueron muy buenos pues idealizarlos hasta el punto de vivir en la nostalgia.
Esa época yo creo que caracteriza el salto a la vida, el estar descubriendo lo absolutamente todo, es un momento en el que todo te resulta nuevo y cada día es una aventura.
Esa sensación de pertenencia a un grupo y a un lugar, ¿nos pasa toda la vida o cuando maduramos, se suaviza?
Creo que la sensación de pertenencia a un grupo y a un lugar, nos pasa toda la vida, quizás hay momentos en la vida en que los sentimos mucho más, porque tenemos un grupo, estamos mucho más activos socialmente. Pero en realidad la necesidad de pertenecer a un grupo es una necesidad vital, es una necesidad de que nos mantiene sujetos, seguros, acompañados y eso es muy importante.
En un momento dado en la novela pasa algo que es un punto de inflexión que paraliza y cambia de algún modo la vida de los personajes, ¿hasta qué punto no somos conscientes que la vida nos puede pasar por encima en cualquier momento?
Yo creo que no somos conscientes que la vida nos puede pasar por encima en cualquier momento hasta que ocurre, y cuándo ocurre por primera vez, pues es una bofetada de realidad y nos toca recuperarnos, nos toca hacer una revisión y volver a levantarnos sabiendo que no vamos a ser los mismos. Es como si la primera bofetada de la vida te deja igual de desnuda que te dejan las siguientes, lo que pasa es que ya conoces o ya sabes lo que ocurre o qué puede ocurrir.
¿Crees que tratamos con vanalidad el paso del tiempo?
No creo que tratemos con banalidad el paso del tiempo, a veces, quizás nos olvidamos o queremos olvidarnos que el tiempo pasa porque en el fondo queremos que pase, durante algún momento de nuestra vida queremos que pase. Depende de la edad que tengas, la conciencia del paso del tiempo es mayor, por todo lo que vives. Por ejemplo, cuándo tienes 15 años parece que el tiempo pasa mucho más despacio porque todo es nuevo, muchas cosas son nuevas, y cuando te vas haciendo mayor pues cuesta encontrar cosas nuevas o experiencias, por eso cuando viajas te parece que el tiempo va más despacio.
Has comentado en alguna ocasión que el grupo de amigos que se refleja en la novela está un poco basado en aquellas aventuras de los míticos Los Cinco, de Enid Blyton. ¿Cómo crees que es la amistad de la infancia y adolescencia? ¿Va cambiando cuando nos hacemos más mayores?
La amistad de la infancia y la adolescencia es una amistad que se forja en descubrir cosas nuevas, en reconocerse por primera vez fuera de un grupo, en que te acepten fuera de lo que es el ámbito familiar, los hermanos… te da sentido de identidad. Pero yo te diría que no es que vaya cambiando cuando nos hacemos mayores, creo que quizás a veces no les damos la importancia que tienen porque cuando estás en pareja y creas tu propia familia o lo que sea, dejas ahí como a los amigos en segundo plano, o te crees que están en segundo plano, pero en realidad están en un plano por igual porque en momentos determinados te sostienen y están contigo a tu lado incondicionalmente.
Las olas del tiempo perdido también habla de la emoción de las primeras veces y cómo las vivimos. ¿Cómo las viviste tú? ¿Hay algo de autobiográfico?
Pues yo creo que mis primeras veces fueron distintas dependiendo de que, pero como siempre en las primeras veces, pues las vives a veces con inseguridad, otras con pasión, otras con ilusión, otras con miedo… Siempre hay una amalgama de un nudo de emociones que bueno que está ahí y que hay que atravesar. En la novela no hay nada autobiográfico, nada, absolutamente nada. Es una novela basada en la imaginación y en el deseo de construir una historia que homenajee en todos los sentidos a la amistad.
¿De dónde viene el título? Recurres mucho en los títulos de tus novelas a analogías que tienen que ver con el mar y el agua ¿Hay algún motivo?
El título de la esta novela me vino enseguida, prácticamente en el primer capítulo que es cuando Adrián y Belén juegan a contar olas. Hay veces que los títulos pues los pongo al principio, como provisionales, y finalmente se me ocurre otro y se queda el otro, pero en este caso, desde el principio éste era el título de la de la novela y no se ha cambiado. Y no sé si es verdad que las últimas tres novelas hay un elemento relacionado con el agua, puede ser que porque en ellas hago como una anatomía de las emociones, y el agua es uno de los principales símbolos de las emociones. Puede ser que vaya por ahí no lo sé.
A veces, no cerramos bien las heridas y las tapamos sin curarlas ¿Eso nos pasa factura?
Sí, cuando las heridas no se cierran y están abiertas es como que siempre escuecen en un momento determinado de tu vida, por eso es necesario cicatrizarlas aunque duela. Un vez que está hecha la cicatriz ya no es lo mismo, te recuerdan que existió, eso que viviste y que es importante tenerlo en cuenta para tu vida porque gracias a eso que viviste también eres quien eres hoy. Pero sí que hay que cerrar también, es necesario cerrar las heridas.
Han pasado casi dos años desde el lanzamiento de ‘Un océano para llegar a ti’, finalista del Premio Planeta 2020 ¿Qué esperas de ‘Las olas del tiempo perdido’? ¿Pretendes remover algo en los lectores?
Pues sí, han pasado casi dos años desde Un océano para llegar a ti, pretendo entretener, pretendo que la gente se sienta acompañada, pretendo que viajen a sus veranos de infancia y de juventud, que recuerden esa primera tribu, ese primer grupo de amigos, que vivan con una media sonrisa esta historia, llena de elementos que fácilmente pueden reconocer en sus propias vidas y quizás que se den cuenta de la fugacidad del tiempo y la necesidad de aprovecharlo.
Estás en un momento muy bueno de tu carrera profesional. El lanzamiento de tu nueva novela, tu trabajo en la televisión, y el estreno de la 5ª temporada de La isla de las tentaciones. ¿Qué novedades trae esta edición? ¿Qué has aprendido de este programa?
Primero te puedo decir, que sí, que me encuentro en un buen momento, creo que estoy en un momento de recogida tras la siembra y esos periodos siempre son muy agradables y son necesarios que se disfruten.
De la quinta temporada de La isla de las tentaciones te puedo avanzar poco porque ya sabes que mantenemos un poco en secreto todo lo que va ocurriendo a través de toda la edición. Te puedo decir que nuevamente se ha consolidado como uno de los grandes formatos de entretenimiento, colocándose líder cada noche, y va a ser una temporada que no va a dejar de sorprender a pesar de que ya es la quinta edición.
¿ Y qué he aprendido de este programa?, pues yo te diría que es un programa que me pone a prueba, les pone a prueba a todos ellos, a todos los que participan, pero continuamente me pone a prueba a mí porque es un programa que requiere que yo esté en una escucha activa, que deje a un lado los juicios y trate de entender cada uno de los comportamientos.