Sola en casa modo avión

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casa

A veces vemos pelis y pensamos ¿Cómo va a pasar eso? La rubia se pone a recorrer la casa en plan lento, habitación por habitación, esperando a que el señor de la sierra eléctrica la atrape. La fea simpática resulta ser un pibón, que se queda con el chico. Una familia de lo más normal se olvida del niño cuando se van de vacaciones…

Pues la realidad supera la ficción, o al menos la iguala.

Este año hemos viajado todos juntos: primos, papis, iaios… En total 12 entre niños y mayores. Una locura de maletas, aeropuertos, peques corriendo, haciendo la ola en el despegue y peleando por la ventanilla.

Todos viviendo en un casoplón con vistas preciosas y millones de escaleras, que me han destrozado las piernas. Cuando íbamos de excursión formábamos una caravana de coches de alquiler igualitos, dando vueltas sin sentido, siguiendo el GPS al pie de la letra.

Estábamos organizados, nos habíamos numerado y antes de cada salida, pasábamos lista para no dejarnos a ninguno de los tropocientos niños (que como se movían mucho parecían más). Pero aún así algo tenía que pasar. Demasiadas Salom por metro cuadrado.

Mil veces han visto mis hijos Solo en casa 1, 2, 3… Lo que no sabían, es que la mayor iba a vivir una experiencia parecida a la misma edad que el pobre Macaulay.

Todo fue relativamente bien hasta el viaje de vuelta. Tras el ‘pueden abandonar el avión por ambas puertas’, todos fuimos saliendo y bajando al bus, porque el piloto había aparcado un pelín lejos de la acera.

Ya dentro del autobusito, al arrancar el chófer hicimos recuento y faltaba una integrante del grupo: mi hija. ¡Mi pequeña se había quedado dentro del avión solita, con su mochila como única compañera!

Mi madre gritaba ¡¡Que paren, vuelvan al avión!!! Otros decían ¡Queda una niña dentro! Pero el conductor no oía.

Hubo un momento de histeria colectiva y también individual, pero luego recordé cómo es la niña. Estaba segura que ella iba por ahí tan contenta, disfrutando de la experiencia, sin dramas, sin lloros. Total en un rato nos volvería a ver. Alguien más se habría quedado a bordo, aunque sea la tripulación.

Y así fue. Llegó triunfal, tranquila y sonriendo.

Ha pasado las mejores vacaciones de su vida y lo demás es una anécdota, una anécdota de película.

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