Han transcurrido 36 años desde el estreno de “Top Gun”, aquella película en la que un jovencísimo Tom Cruise se instalaba para siempre entre lo más granado de Hollywood. Cruise comenzó a destacar en películas como “Risky Business” (1983) o “Legend” (1985), pero sin duda su lanzadera a la fama internacional fue el clásico de aviación desarrollado por Don Simpson y Jerry Bruckheimer. En aquellos años, Cruise comenzaba a ser un añadido interesante a cualquier guión vendible de un Hollywood en expansión. Con el tiempo, hemos visto como cualquier producción en la que este veterano del cine participa es como una extensión de su persona. En ocasiones, podríamos pensar que algunos de los últimos títulos a los que nos ha acostumbrado han sido realizados con el único objeto de conseguir centrar toda la atención en el bueno de Tom y disponer una batería de artificios que le hagan parecer el único elemento relevante de este tipo de films, véase la saga de Misión Imposible. Pues bien, es cierto que esto sucede más a menudo que en los 80 o los 90, pero también cabe destacar que este actor y productor es un duro trabajador de la industria del entretenimiento: metódico en cualquier proceso fílmico que emprende y muy interesado en superar sus límites con cada nueva producción. En el caso de la nueva entrega de “Top Gun”, se cumple esta premisa y no deja de recuperar elementos que suscitan la nostalgia de aquellos que crecimos con la primera entrega, añadiendo además otras características innovadoras y emocionantes, que hacen que esta entrega valga la pena. Si hace unas líneas señalaba el egocentrismo cinematográfico de Cruise, nada disimulado en esta nueva entrega de “Top Gun” apellidada Maverick (nombre del personaje que interpreta en ambas), también es necesario reafirmar que la factura y la producción son impecables. No sólo en lo relativo a las acrobacias aéreas y efectos especiales, también en el desarrollo de la trama, selección de casting e interpretaciones.
Hace unas semanas Tom Cruise se alzaba con la Palma de Oro honorífica en el festival de Cannes. Mucha gente reaccionó negativamente a este logro por parte del actor, al considera que no es digno de uno de los mayores galardones que se pueden obtener en el mundo del cine. Personalmente, considero que cualquier premio cinematográfico debe recompensar el esfuerzo, el trabajo duro y, por supuesto, la innovación. Tom Cruise y su peculiar personalidad pueden ser o no de nuestro agrado, no obstante, el hecho que no admite discusión es que estamos ante uno de los trabajadores más comprometidos y arriesgados (a veces en sentido literal) del mundo del espectáculo. Y espectáculo es precisamente lo que trata de regalar al público en cada nuevo proyecto.
En una época en la que la tendencia predominante en Hollywood consiste en retomar historia comenzadas en los 80 y 90 por falta de ideas, tranquiliza comprobar que aunque “Top Gun: Maverick” se nutre de esa misma tendencia, no pervierte la idea original, sino que la mejora.