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Reportaje
                             Las patatas fritas




























             Antonio Vergara



           El papanatismo social, hijo de la ignorancia, de la  patatas fritas (¡puaafff: que ausencia de cosmopolitismo).
           necesidad provinciana de ser moderno, cosmopolita, y de  Lo que mola son los tallarines sintéticos de los chinos, los
           la moda, está haciendo estragos en la gastronomía.  apelmazados sushi prefabricados o los humus de frasco
                                                    de los magrebíes.
           Me refiero a la invasión, que va in crescendo, de la
           muchas veces sedicente cocina asiática y demás étnicas.  Vayamos al drama actual de las patatas. Las fríen
           No es importante ser un buen cocinero, sino un  con aceites reutilizados, sucios y ennegrecidos, y esta
           amateur simpático, inmigrante (si forma pareja, mejor)  solanácea adquiere un color marrón. No las secan
           y muy étnico. Un soportable toque cutre se valora  bien, con un paño, luego de lavarlas, por lo que se
           positivamente. También están los profesionales. Pero no  pegan durante la fritura y se cuecen. ¿Y el auge de las
           cambia mucho la impostura.               congeladas? Están por todas partes.

           Basta con recurrir a recetas manidas (cocinadas  Se escogen variedades con mucha fécula, supremo
           sin talento), productos congelados, proveerse de  error (una muy aconsejable es la Kerpondy). Las cortan
           una numerosa batería de salsas de bote, algunas  en bastones irregulares, y por tanto unos trozos se fríen
           preparaciones de sobre y precocinados. Un golpecito  más que otros. Las fríen con el aceite a una temperatura
           de microondas, vapor o fritura y helàs!: ya semos’  inadecuada (hay que echarlas cuando comienza a salir
           cosmopolitas y modernos.                 humo) y se transforman en siamesas.
           Son locales frecuentados por progres, modernos y ya  Se escatima aceite al freírlas en una sartén (en los
           ‘semos’ esnobs’, es decir, por falsos buenos paladares. Un  restaurantes van directas a la freidora), y se ponen en
           fatídico día se me condujo (esposado) a un asiático; digo  tongada, unas encima de otras o juntas. Otro fallo. Y,
           yo que lo sería.                         finalmente, se comete el error de salarlas en crudo, con lo
                                                    cual no quedan sueltas.
           Fíjense si comí bien que, al salir, me monté en un taxi y
           me fui al bar los Bestias, donde encontré la felicidad  Haciendo lo contrario, las ‘frites’ son un manjar, siempre
           gastronómica con un bocadillo de chorizo. Soy un  que se sirvan al instante, calientes y sazonadas con sal
           desarraigado. Lo sé. Carezco de sensibilidad moderna.  fina, nada de Maldon. Su color, con buen aceite, será
                                                    amarillo. Acompañando a unos huevos fritos, me río de la
           Mientras tanto, ¿qué se hizo de las maravillosas patatas  batería étnica de moda. Todo un síntoma de decadencia
           fritas? Pues que ya no se encuentran bien hechas en casi  histórica. No sabemos freír patatas pero sí empapuzarnos
           ningún sitio. Y nadie protesta. Claro, porque representan  de shushi, sashimi (nuestro sashimi son los boquerones en
           lo castizo, lo plebeyo y el tabernario filete de ternera con  vinagre) y otras zarandajas.
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